¿Escuela privada, pública, en línea o en casa?

Escuela pública, privada, en línea, en casa. ¿Cuáles son los pros y los contras de estas opciones? ¿Y cómo decidimos la opción correcta para nuestros hijos? La pregunta de hoy proviene de Lauren. «Pastor John, ¡hola! He buscado durante un tiempo si ha dado alguna opinión sobre la educación en casa, y no puedo encontrar nada. ¿Qué piensa usted? ¿Se requiere la educación en casa para los cristianos de esta época? ¿Es posible que la escuela pública sea una opción válida? ¿Cuál es su opinión al considerar las escuelas locales públicas, las privadas, las escuelas cristianas en línea, la educación en el hogar y las escuelas relacionadas a una iglesia local? ¿Tiene algún consejo sobre cómo deberíamos sopesar cada opción para cada uno de los intereses y necesidades de los niños que somos llamados a criar?».

Me alegro por la pregunta porque cuanto más tiempo vivo, más me preocupa cómo entrenamos a nuestros hijos. Permíteme leer cuatro pasajes de las Escrituras, y luego desglosar un principio, y finalmente dar algunas aplicaciones prácticas.

¿Quién es el responsable?

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes (Dt. 6:5-7).

El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos (Sal. 78:5-7).

Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás (Pr. 4:1-4).

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Ef. 6:4).

Así que, aquí está el principio que deriva de esos pasajes. Dios ha diseñado a las familias, y a los padres en particular, para que asuman la responsabilidad de criar a los niños en el conocimiento y las habilidades que necesitan para ser cristianos maduros y fructíferos en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esa es mi conclusión.

Cinco principios para los padres

Ahora, aquí hay algunas implicaciones que observo.

  1. Esto implica que los padres y las madres tomarán decisiones educativas para fortalecer la comprensión que un niño tiene sobre Dios, la naturaleza humana, la hombría, la feminidad, la historia, la iglesia, el mundo (física y socialmente), adquiriendo habilidades necesarias para aprender una vocación útil. En otras palabras, es responsabilidad de los padres, no en primera instancia de la iglesia, o del gobierno, dar forma a la cosmovisión de un niño de acuerdo con la verdad saturada de la Biblia, exaltada por Cristo y centrada en Dios.
  2. Cuanto más complejo, tecnológico, diverso y global se vuelve el mundo, más tendrán que asociarse los padres con otros para cumplir con sus responsabilidades para con sus propios hijos. Los niños necesitarán conocimientos y habilidades que los padres no pueden darles.
  3. A medida que Estados Unidos se vuelve cada vez más secular con compromisos (no solo ideas, sino compromisos) que no son neutrales, sino anticristianos, tanto en la cosmovisión como en numerosas cuestiones morales y de fe, asociarse con los maestros de las escuelas públicas para lograr las metas bíblicas para nuestros hijos se vuelve, año tras año, menos factible, y, de hecho, en muchos casos, impensable.
  4. Por lo tanto, cada vez más padres, y cada vez más pastores, deberían considerar muy seriamente la posibilidad de crear escuelas cristianas académicamente excelentes y accesibles. Las consideraciones económicas son las que hacen que la educación pública sea popular entre muchos cristianos. Es gratuita. Si costara tanto ir a una escuela pública como a una escuela cristiana con excelencia académica, millones de padres cristianos elegirían escuelas cristianas. Por lo tanto, es una cuestión de dinero. Por lo tanto, una implicación de la visión bíblica de la educación es que los equipos de padres, junto con el liderazgo de su iglesia, deberían crear miles de excelentes escuelas cristianas, junto con alternativas creativas como las cooperativas o el aprendizaje en línea.
  5. Los padres y las iglesias necesitan pensar profunda y sabiamente sobre el principio de «apártate del mundo por el bien del mundo». Déjeme decirlo de nuevo: apártate del mundo por el bien del mundo. Este principio siempre ha sido una verdad. Siempre ha sido nuestro deber en varias áreas de conexión cultural.

Jesús dijo en Juan 15:19: «Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece». O Juan 17:14-15: «Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal». En otras palabras, en el mundo, pero no del mundo.

La educación en el mundo real

No creo que la mayoría de los cristianos hayan despertado a la crisis de la mundanalidad y la debilidad de la iglesia, pero parte de ello es la educación de nuestros hijos. La educación no es evangelización. En otras palabras, no debemos justificar a dónde enviamos a nuestros hijos porque creemos que deben ser evangelizados cuando tienen 8 años. Dios no tiene la intención de que los niños cristianos sean enseñados por incrédulos y estén rodeados la mayor parte del día por una intensa y mundana presión de grupo. La infancia no es para eso. Es para ser moldeado por adultos cristianos sabios y amorosos.

Tampoco se trata de evasión. La escuela militar estadounidense es entrenada por instructores que son soldados americanos y no soldados de ISIS. Preparamos un ejército bien entrenado para el combate con el enemigo, y no lo hacemos con la ayuda del enemigo. Los cristianos nos preparamos para la máxima fidelidad en el mundo saliendo del mundo para educar a nuestros hijos.

Habrá tiempo y formas para que conozcan el mundo y se encuentren con el mundo de frente. Recuerdo a nuestros propios hijos cuando cursaban los grados entre jardín de niños y octavo año. Los enviamos a todos a una escuela cristiana, y vivimos en el mundo real. Y ni siquiera teníamos un televisor. La gente dice: «¿Cómo van a conocer sus hijos el mundo?». Dije: «Solo vayan afuera». Vayan al centro de la ciudad y que les roben la bicicleta, o miren cómo un hombre golpea a otro, o arranca el caño de la casa y golpea a un hombre en la cabeza con él. Hay un mundo real ahí fuera. No tienes que traer el mundo a tu casa para enseñar a tus hijos a conocer el mundo.

Tenemos las manos llenas, lo sé. Tenemos las manos llenas. No hay garantías, ni positivas ni negativas, de que nuestros hijos sean poderosos en el Señor si los educamos en casa. No hay garantías de eso. Y no sabremos si se convertirán en cristianos nominales comprometidos si van a la escuela pública. No hay garantía de eso. Podemos perderlos o ganarlos de cualquier manera. En última instancia, Dios es quien decide eso. Así que oramos con fervor, desesperadamente, y luego hacemos lo mejor que podemos con su educación.

John Piper

John Piper

John Piper es fundador y profesor de desiringGod.org y canciller del Bethlehem College & Seminary. Durante 33 años, fue pastor de la Bethlehem Baptist Church, Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros, incluyendo Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano y más recientemente Coronavirus y Cristo.