Tres regalos de Navidad

Meditemos en esta situación excepcional. Si el
Hijo de Dios vino para ayudarnos a dejar de
pecar para destruir las obras del diablo y si
también vino a morir para que cuando pecáramos
hubiera una propiciación, de modo que la ira de
Dios fuera quitada, ¿qué es lo que esto implica
en nuestra vida?

Tres cosas, y las tres son maravillosas.
Las expondré brevemente a modo de regalos de
Navidad.

1. Un propósito claro para la vida

La venida de Cristo le da un propósito claro a
nuestra vida. De manera negativa es muy simple:
no pecar. «…Os escribo estas cosas para que no
pequéis» (1 Juan 2:1). «El Hijo de Dios se
manifestó con este propósito: para destruir las
obras del diablo» (1 Juan 3:8).

Si se preguntan, «¿Nos podrías decir lo mismo de
una manera positiva, en lugar de negativa?»
La respuesta es esta: Sí, todo está resumido en
1 Juan 3:23. Ese pasaje es una gran síntesis de
lo que toda la carta de Juan requiere. Observemos
la forma singular de la palabra mandamiento:
«Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre
de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a
otros como Él nos ha mandado». Estas dos cosas
estan tan estrechamente conectadas para Juan, que
él las llama un solo mandamiento: amar a Jesús y
amar a los demás. Ese es nuestro propósito.
Es el resumen de la vida cristiana: confiar en
Jesús y amar a las personas. He aquí el primer
regalo: un propósito por el cual vivir.

2. La esperanza de que nuestras faltas serán
perdonadas

Reflexionemos en la segunda implicación
conformada por las dos verdades de que Jesús vino
a destruir nuestra conducta pecaminosa y a
perdonar nuestros pecados. Esta segunda implicación
consiste en lo siguiente: progresamos en nuestra
lucha contra el pecado cuando tenemos la esperanza
de que nuestras faltas serán perdonadas.
Si no tenemos esperanza de que Dios perdonará nuestras
faltas, nos daremos por vencidos en cuanto empecemos
a combatir el pecado.

Muchos de ustedes estarán considerando hacer
cambios en el nuevo año porque han caído en
conductas pecaminosas y quieren ser libres de ellas.
Quieren nuevos hábitos de alimentación y de
entretenimiento, nuevos patrones para ofrendar, nuevas
formas de relacionarse con su cónyuge, nuevas formas
de buscar al Señor en familia, nuevos hábitos de
descanso y ejercicio físico, nuevas formas de tomar
coraje para compartir el evangelio. Pero están
luchando, preguntándose si el esfuerzo vale la pena.
Bueno, he aquí entonces el segundo regalo de Navidad:
Cristo no solo vino a destruir las obras del diablo,
es decir, nuestro pecado, sino que también vino para
abogar a nuestro favor cuando fracasemos en
nuestra lucha.

Por eso les ruego, permitan que la libertad para
fracasar les dé esperanza para luchar. ¡Pero cuidado!
Si transforman la gracia de Dios en una licencia y
dicen: «Bien, si puedo fracasar, y no tiene
importancia, entonces ¿para qué molestarme en luchar?».
Si dicen eso, y realmente lo creen, y persisten en
actuar así, entonces es probable que no hayan nacido
de nuevo, y deberían temblar ante tal posibilidad.

Pero esa no es la posición en la que la mayoría de
ustedes se encuentra. La mayoría de ustedes quiere
luchar contra las conductas pecaminosas que hay en
su vida. Lo que Dios les dice es esto: permitan que
la libertad para fracasar les dé esperanza para luchar.
Escribo esto para que no pequen, pero si pecan, tienen
un abogado: Jesucristo.

3. La ayuda de Cristo
Por último, la tercera implicación de esta verdad
doble de que Cristo vino para que no sigamos pecando
y para perdonar nuestros pecados, es la siguiente:
Cristo está dispuesto a ayudarnos en nuestra lucha.
En verdad nos ayudará. Él está de nuestro lado.
No vino a destruir el pecado porque el pecado sea
entretenido, sino porque es fatal. El pecado es una
obra engañosa del diablo y nos llevará a la ruina
si no luchamos contra este. Cristo vino a ayudarnos,
no a hacernos daño.

Por lo tanto, he aquí nuestro tercer regalo de
Navidad: Cristo nos ayudará a vencer el pecado en
nosotros. Como dice 1 Juan 4:4: «mayor es el que está
en vosotros que el que está en el mundo». Jesús está
vivo, Jesús es todopoderoso, Jesús vive en nosotros
por la fe. Y además Jesús está a nuestro favor, no en
nuestra contra. Él nos ayudará Confiemos en él.

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