Esperanza para el peor de los pecadores.

Moisés necesitaba tener esperanzas de que Dios en
realidad podría tener misericordia de un pueblo
de dura cerviz, que acababa de cometer idolatría
y de menospreciar al Dios que lo había sacado de
Egipto.

Para darle a Moisés la esperanza y la confianza
que necesitaba, Dios dijo: «Tendré misericordia
del que tendré misericordia». En otras palabras:
«Mis elecciones no dependen del grado de maldad o
bondad que hay en el hombre sino únicamente de mi
voluntad soberana. Por lo tanto, nadie puede decir
que es demasiado malo para que se le muestre
gracia».

La doctrina de la elección incondicional es la
gran doctrina de la esperanza para el peor de
los pecadores. Lo que esto significa es que, a la
hora de recibir o no la gracia, nuestro pasado no
influye en absoluto sobre la decisión de Dios.

Si ustedes no han nacido de nuevo y no han
recibido la fe que es para salvación en Cristo
Jesús, no se hundan en la desesperanza ni piensen
que la corrupción o insensibilidad excesiva de su
vida pasada es un obstáculo insalvable para la
obra de la gracia de Dios. Dios se deleita en
magnificar la libertad de su gracia al salvar al
peor de los pecadores.

Vuélvanse de su pecado; clamen al Señor. Incluso
al leer este devocional, él les está concediendo
gracia y les está dando un fuerte incentivo para
que acudan a él buscando misericordia.

«Venid ahora, y razonemos —dice el Señor— aunque
vuestros pecados sean como la grana, como la
nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como
el carmesí, como blanca lana quedarán»
(Isaías 1:18).

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