Puedes mejorar tu relación con Dios

¿Puedes mejorar tu relación con Dios? La gente a menudo no está segura de cómo responder. Las promesas de la gracia sugieren una respuesta, pero la experiencia de la vida a menudo sugiere otra. Y en medio de la confusión, a menudo no hacemos nada. Nos estancamos.

Pero hay un camino a seguir. ¿Puedes mejorar tu relación con Dios? Sí. Busquemos la ayuda del puritano del siglo XVII John Owen. En su obra clásica Communion with God (Comunión con Dios), Owen dice:

Nuestra comunión con Dios consiste en que él mismo se nos revela, y nosotros, por nuestra parte, nos volvemos a él y le ofrecemos lo que requiere y acepta, y esto fluye de esa unión que tenemos con él en Jesucristo (Works [Obras], Vol. 2, 8-9, modernizado).

Fíjate en cómo Owen distingue entre «unión» y «comunión». En el evangelio, a través de la fe, tenemos unión con Dios en Cristo. De principio a fin, esta unión es obra de la gracia de Dios hacia nosotros. Pero esta unión lleva a la comunión con Dios: una genuina relación bidireccional de dar y recibir en la que nuestra participación importa.

Esto nos proporciona un gran incentivo y una gran seguridad:

El gran incentivo es este: Si respondemos a las circunstancias de nuestra vida con fe, si resistimos a las mentiras de la tentación, si hacemos uso de los medios de la gracia, entonces tendremos mayor gozo en Cristo; nuestra comunión con Dios mejorará.

La gran seguridad es esta: Siempre que pecamos y fallamos, podemos recurrir a la gracia divina. Si tenemos una verdadera unión con Dios, esta no se ve afectada por los flujos y reflujos de nuestra batalla con el pecado. Esa unión conforma el gran cimiento de nuestras vidas.

No puedes mejorar la unión

Esta simple distinción entre unión y comunión nos ayuda a resolver un problema común. Cuando queremos subrayar la gracia de Dios para nosotros en Cristo, a menudo decimos que nada puede hacer que nuestra relación con Dios sea más fuerte o más débil de lo que es. No podemos hacer que Dios nos ame más de lo que ya lo hace. Después de todo, Dios nos amó primero cuando nosotros estábamos en pecado (Ro 5:8). No nos amó por ninguna belleza o bondad dentro de nosotros. ¿Puedes mejorar tu relación con Dios? En este sentido —el sentido de la unión— la respuesta desde luego debe ser que no. Porque somos amados en el Hijo (Ef 1:4-6), y no podemos ser más amados que el Hijo. El amor de Dios no depende de nuestras acciones.

Una de las pruebas que a veces utilizamos para comprobar si una persona ha captado realmente la gracia de Dios es plantear dos escenarios.

Supuesto uno: Un día una persona tiene un estupendo devocional matutino en la Palabra. Para el mediodía ha compartido su fe con tres incrédulos. Por la noche va a la reunión de oración de la iglesia.

Supuesto dos: Otro día, la misma persona se levanta tarde y se pierde el devocional matutino. En el trabajo, se une a las bromas impías y esquiva las oportunidades para compartir su fe que le surgen en el camino. Se siente demasiado cansado para asistir a la reunión de oración de la tarde en la iglesia, pero se las arregla para reunir la energía suficiente para tener una discusión acalorada con su cónyuge. Por la noche se dirige a Dios en oración.

Pregunta de examen: ¿Es más probable que Dios escuche su oración en el primer supuesto? ¿Es menos probable que la reciba y la acepte en el segundo?

La respuesta correcta, por supuesto, es no. Porque no nos acercamos a Dios en oración sobre la base de nuestras obras. Nos acercamos al trono de la gracia a través de la sangre del Hijo de Dios. Y la sangre de Cristo no requiere nuestras buenas obras para obrar más eficazmente a nuestro favor. La persona del supuesto dos tiene tanto acceso a Dios como la persona del supuesto uno. Pueden venir con la misma confianza, si vienen en el nombre de Cristo.

¿Puedes mejorar tu unión con Dios a través de Cristo? No.

Puedes mejorar la comunión

Pero sabemos por experiencia —y por la Biblia— que lo que hacemos marca una diferencia en nuestra relación con Dios. Si paso un tiempo devocional con él por la mañana, entonces normalmente observo que soy menos susceptible a la tentación y más consciente de la presencia de Dios. No es una correlación exacta, pero parece haber una conexión de causa y efecto. De la misma manera, sé por experiencia que cuando peco, la oración parece más difícil, la participación en la iglesia es más una carga, el gozo en Cristo es más lejano. El apóstol Pedro dice que lo que hacemos y decimos puede obstaculizar nuestras oraciones (1 P 3:7). ¿Lo que hago afecta a mi relación con Dios? La respuesta parece ser.

La distinción de Owen entre unión y comunión marca una gran diferencia. Owen dice que tenemos una genuina relación bidireccional con Dios: pasa gran parte de su libro Communion with God (Comunión con Dios) explicando las formas en que Dios se relaciona (o «se revela», «se comunica») con nosotros y cómo respondemos (o «nos volvemos») a él. Hay un verdadero dar y recibir. Hay un amar y ser amado. Hay un deleitar y ser deleitado. Dios da vida real y específica, esperanza, libertad y perdón, y nosotros respondemos con verdadera fe, amor y adoración.

¿Puedes mejorar tu relación con Dios sobre la base de la comunión? Sí.

Salvados para disfrutar de Dios

La salvación no consiste solo en que nuestros pecados sean perdonados y escapar del juicio de Dios. Dios no solo nos salva del pecado y de la muerte; nos salva para algo. Owen dice que el «gran propósito de Cristo en su vida, muerte, resurrección y ascensión, como mediador entre Dios y nosotros… [es] traernos un disfrute de Dios» (Works [Obras], Vol. 2, 78). Nuestra relación con Dios no es solamente un hecho objetivo. Es también una experiencia subjetiva. La fe en Cristo nos lleva a una relación real y bidireccional de gozo con el Dios trino.

Lo que hacemos marca una diferencia real en nuestra experiencia de esta relación. Podemos disfrutar de la relación o descuidarla. Podemos buscar a Dios o evitarlo. Podemos encontrar gozo en Dios o buscarlo en los tesoros vacíos de este mundo. Nuestras acciones marcan la diferencia.

Pero como Owen nos ayuda a entender, nuestra comunión con Dios «fluye de esa unión que tenemos con él en Jesucristo». Nuestra unión con Dios la inició el Padre en la elección, la consiguió el Hijo en el Calvario, y la aplica el Espíritu en la regeneración. Todo es por gracia. No creamos esta relación, no podemos mejorarla, y no podemos romperla. Se basa en el amor electivo de Dios y en la obra consumada de Cristo. Estamos seguros en él.

Si hoy te sientes lejos de Dios, no te desesperes. Como un nadador en las olas del mar, desciende por la fe y siente el fundamento sólido de tu unión con Dios bajo tus pies; siempre estará ahí. Y luego redobla tus esfuerzos por buscar el gozo de la comunión con Dios.

Tim Chester

Tim Chester

Tim Chester es el pastor de la Iglesia de la Gracia de Boroughbridge en Inglaterra y un miembro de la facultad de Crosslands Training.