Algunas personas creen que el evangelio solo es útil para la evangelización, un mensaje que solo los incrédulos necesitan oír. Pero la Biblia enseña que los seguidores de Jesús necesitan continuar escuchando el evangelio aún después de haber nacido de nuevo. Los cristianos deben meditar sobre el evangelio todos los días en su lectura personal de la Biblia, y los pastores deben predicar el evangelio en cada sermón. Necesitamos escuchar regularmente de la vida, muerte, sepultura, resurrección y ascensión de Jesús, así como el llamado a arrepentirnos de nuestros pecados y acudir a Jesús con fe.
Aquí tienes ocho razones por las que necesitamos escuchar las verdades del evangelio todos los días:
1. Para evocar alabanzas y agradecimiento a Dios. Dios nuestro Padre es quien debería estar en los titulares de las noticias cada día. En lugar de dar por sentado su increíble obra de salvación por nosotros, debemos reflexionar diariamente en lo que ha hecho en Cristo y ofrecerle la adoración y el agradecimiento que tanto merece (Romanos 11:33-36; Apocalipsis 5).
2. Para recordarnos nuestra identidad en Cristo. Escuchar el evangelio cada día y cada semana nos ayuda a centrarnos en Cristo (Col. 3:1-4; 1 Co. 15:1-11). Olvidamos fácilmente quién es verdaderamente Cristo y quiénes somos nosotros en él. Las buenas nuevas despejan la niebla del olvido y nos recuerda lo que Dios ha hecho en la historia y en su pueblo.
3. Para sostenernos. Meditar en la Palabra de Dios y la verdad del evangelio arraiga nuestra fe, nos hace fructíferos, nos alimenta, nos refresca, nos hace crecer y nos mantiene firmes en medio de las pruebas (Salmo 1; Juan 6:22-59; Judas 20-21).
4. Para guardarnos del pecado. El evangelio nos santifica porque por medio de él crecemos en el amor a nuestro Padre y deseamos complacerle con nuestra vida. El evangelio es un tesoro más grande que cualquier recompensa temporal, un placer más grande que cualquier pecado que podamos disfrutar. Saber que no hay nada bueno que podamos hacer que haga que Dios nos ame más en Cristo nos da la libertad de amarle y obedecerle en lugar de aprovecharnos de su gracia (ver todo Romanos 6).
5. Para motivarnos a hacer buenas obras. La resurrección de Jesucristo nos libera para que ya no invirtamos nuestra vida en nosotros, sino en aquellos que nos rodean (Ti. 2:11-14; Ef. 2:1-10).
6. Para protegernos de la desesperación. Ningún pecado que cometamos hace que Dios nos ame menos. El evangelio nos libera de la desesperación. Nada puede separarnos del amor de Cristo, que se nos ha mostrado por medio del evangelio de la Cruz (Ro. 8:31-39).
7. Para animar a los que nos rodean. Cuando se nos recuerda el evangelio, somos más propensos a compartir una palabra de aliento con otros a lo largo de día. Esta palabra de aliento a su vez, los edifica en el evangelio y ministra la verdad a sus corazones (2 Ti. 2:1-7).
8. Para derribar nuestro orgullo. Una sobria reflexión sobre nuestro pecado y lo que Dios ha hecho por nosotros en el evangelio destruye nuestro orgullo y cultiva un espíritu de humildad ante el Señor y los demás (Juan 3:16, 5:24; Ti. 3:1-7).
Escrito por Cameron Smart, Cameron Smart es un plantador de iglesias en Asia Central.
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