Hace años hablé con un respetado líder cristiano sobre la necesidad de que nuestras canciones mencionen más a menudo la cruz de Cristo. Su respuesta me tomó desprevenido. «Creo que Matt Redman ha escrito suficientes canciones sobre la cruz para todos nosotros».
Eventualmente escuché que había cambiado de opinión. Pero no es la única persona que he conocido que ha luchado con la cantidad de canciones sobre la cruz que se escriben y cantan hoy en día. De hecho, podrías estar de acuerdo con un prominente líder que recientemente señaló: «Cantamos demasiado sobre la cruz en la iglesia».
¿Por qué alguien diría eso? Podría haber varias razones. Podrías pensar que cantar sobre la cruz todo el tiempo es introspectivo e incluso deprimente. Podrías señalar que la cruz es simplemente uno de los muchos temas bíblicos sobre los que podemos cantar cuando nos reunimos. Algunas personas han sugerido que los cantos sobre la cruz tienen el efecto de minimizar el significado de la resurrección. Quizá podríamos añadir más cosas a esta lista.
El centro de nuestra alabanza
Pero cuanto más he estudiado las Escrituras, más convencido estoy de que al adorar a Dios por su palabra, sus obras y su valor, el centro de nuestra alabanza será siempre el sacrificio sustitutivo de Jesús.
La muerte de cristo Cristo por nuestros pecados y su resurrección es «lo más importante» (1 Co. 15:3-4, NTV). La muerte de Cristo nos da acceso a Dios y hace que todas nuestras ofrendas de alabanza sean aceptables (Ef. 2:14-18; 1 P. 2:4-5). Pablo enseñó que siempre que compartimos la Cena del Señor, estamos proclamando la muerte de Cristo (1 Co. 11:26). Pablo se glorió en la cruz y amonestó a los que eran enemigos de la cruz de Cristo (Gá. 6:14; Fil. 3:18). El bautismo es una representación visual de que hemos sido bautizados en la muerte de Jesús (Ro. 6:3). En el Libro del Apocalipsis, la adoración se dirige no solo al que está en el trono, sino al Cordero que fue inmolado (Ap. 5:9-14). Si los adoradores del cielo nunca pasan por alto la cruz, nosotros tampoco deberíamos hacerlo.
Pero la gente sigue preguntando: «¿Podemos cantar demasiado sobre la cruz?». Mi respuesta corta es «no». Al menos, no si vamos de acuerdo con la adoración celestial. Pero podemos cantar sobre la cruz de manera equivocada. Aquí hay cuatro formas en que podemos hacerlo erróneamente.
1. Podemos fallar en relacionar la muerte de Cristo con todo lo demás.
No hace muchos años, un orador en uno de nuestros eventos me dijo que parecía que todas nuestras canciones decían lo mismo. Él tenía razón. Rara vez pasamos de la expiación sustitutiva. Su comentario me ayudó a ver que cantar sobre la cruz no significa que solo cantemos sobre Jesús muriendo en nuestro lugar para reconciliarnos con Dios. Siempre cantaremos sobre eso, pero «la cruz» resalta quién fue a la cruz y lo que su muerte logró.
Aunque la cruz está en el corazón del evangelio, no es la única pieza del evangelio. Su significado está relacionado a la encarnación, la obediencia, la resurrección, la ascensión y el reino de Cristo. Podemos cantar correctamente sobre la gloria de Dios en la creación, su soberanía, su anhelo, su celebración, su lamento, la iglesia, la consagración, y más, mientras exploramos cómo cada uno es más evidente y claro a la luz del Calvario.
2. Podemos dejar de aplicar los resultados de la cruz a nuestras vidas.
Nuestras canciones pueden estar llenas de lenguaje de la cruz, pero nunca articulan exactamente lo que significa para los que han confiado en Cristo. Con el tiempo nos encontramos alabando a Dios por una cruz que no tiene nada que decir a nuestras luchas, sufrimientos y temores diarios. Pero la cruz no es simplemente sobre la muerte de Jesús.
- Significa que ninguna condena o acusación contra nosotros puede permanecer (Ro. 8:1; Col. 2:13-14).
- Ya no somos enemigos de Dios y hemos sido adoptados en su familia (Ro. 5:10; 8:15).
- El amor de Dios por nosotros es eternamente inquebrantable (Ro. 8:37-39).
- Hemos sido liberados del dominio mortal del pecado y liberados de los placeres engañosos de un mundo pasajero (Gá. 5:14, 24).
- Nuestro futuro está asegurado y Dios proveerá todo lo bueno que necesitemos (Ro. 8:28-32).
- La muerte se ha convertido en una puerta más que en un destino (1 Co. 15:54-55).
Como Stuart Townend y Keith Getty lo expresaron con tanto poder: «No hay culpa en la vida, ni temor en la muerte, este es el poder de Cristo en mí; desde el primer grito de la vida hasta el último aliento, Jesús ordena mi destino». Y estas cosas son verdaderas porque «en la cruz Jesús murió; la ira de Dios fue satisfecha». A la luz de estas y otras realidades, cantar sobre la cruz debería llenarnos de una alegría inefable.
3. Podemos cantar sobre la cruz de manera que nos magnifique más que a Dios.
La adoración a veces se centra en nosotros mismos. Eso sucede cuando la cruz se interpreta simplemente como un ejemplo de sacrificio para que lo sigamos, Dios mostrándonos lo valiosos que somos, o una expresión del amor de Dios sin ninguna mención de la ira o el juicio. Sí, Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo (Jn. 3:16), pero ese amor es el desborde del amor compartido entre el Padre y el Hijo. Jesús murió para que pudiéramos ser liberados de la ira de Dios a través de su sacrificio suficiente (1 Ts. 1:10; Ro. 3:25).
Aunque Jesús ciertamente tenía en su mente y corazón a los que redimió cuando murió (Jn. 17:24), su pasión suprema era glorificar a su Padre (Jn. 17:1-2). Y murió por nosotros para que pudiéramos compartir esa pasión.
4. Podemos cantar sobre la cruz para cumplir con nuestra lista de «centrados en el evangelio».
Lamentablemente, es posible cantar canciones bien escritas y teológicamente precisas sobre la expiación sustitutiva de Cristo y amar nuestra doctrina ortodoxa de la cruz más que al Salvador que fue colgada de ella.
Una de las mayores tentaciones para los que están familiarizados con la cruz es ser cada vez más impasibles ante ella. Pensar que debe haber algo más asombroso a lo que podamos prestar atención. Pero como dijo el teólogo David Prior: «Nunca superamos la cruz, solo podemos adquirir una comprensión más profunda de la cruz». No hay nada más profundo a considerar que el Hijo de Dios dando su vida como rescate para redimirnos.
La labor de ser afectado
Los puritanos decían que debíamos «trabajar para ser afectados por la cruz». Es un trabajo duro. Pero no es porque la cruz sea aburrida. Es porque nosotros lo somos.
Oro para que cantar sobre la cruz y el Salvador que dio su vida allí nunca se vuelva aburrido, rutinario o irrelevante para ti y tu iglesia. Porque el evangelio de Jesucristo es la mejor noticia que el mundo ha escuchado, y nuestro canto no es más que una oportunidad más para proclamarlo apasionadamente.
Bob Kauflin es el director de Sovereign Grace Music. Equipa a pastores y músicos en la teología y la práctica de la adoración congregacional, y sirve como pastor en la Iglesia Sovereign Grace en Louisville, Kentucky. Escribe en worshipmatters.com y es autor de True Worshipers: Seeking What Matters to God. Bob y su esposa, Julie, tienen seis hijos y un número creciente de nietos.