Planea más allá del retiro

El último capítulo de la vida no es la jubilación. No, algo más grande está por venir. Tenemos que empezar a planear más allá del alcance de nuestros planes de retiro. Es un discurso de John Piper adecuado para los estadounidenses de clase alta, y para los prisioneros que cumplen cadena perpetua en Angola, la mayor prisión de máxima seguridad de Estados Unidos.

Este es el escenario: Angola, una prisión de máxima seguridad de Louisiana que alberga a 6300 reclusos. «Solo asesinos, violadores, ladrones armados y delincuentes habituales. La sentencia promedio es de 88 años, con 3200 personas en un solo lugar cumpliendo cadena perpetua. El 90 % de los reclusos morirá aquí» (Decision Magazine, «Violencia para la paz»).

John Piper viajó a Louisiana y predicó en la capilla de Angola el 19 de noviembre de 2009. Cerca de ochocientos prisioneros se apiñaron para escuchar un mensaje sobre Juan 6, sobre la alimentación de Jesús de los cinco mil y su caminata sobre el agua. «Prediqué con todo mi corazón a los que cabían en la capilla —relató Piper más tarde—. No me contuve». Cientos de otros prisioneros escucharon el sermón a través de un circuito cerrado de televisión, incluyendo a los que están en el corredor de la muerte, como Gerald Bordelon, un violador convicto y asesino de niños que conocimos en el episodio 1445 de este programa.

Piper no se anduvo con rodeos. Y el resultado es uno de mis sermones favoritos de todos los tiempos. Aquí hay un extracto del cierre de ese sermón en Angola, y las últimas palabras del pastor John a Gerald.

Permítanme decir unas palabras sobre Juan 6:27. Es muy importante. El Padre ha puesto su sello en Jesús. Creo que eso significa que Dios envió a Jesús al mundo. Ordenó que Jesús viviera una vida sin mancha, sin pecado. Envió a su Hijo a la cruz para morir por nuestros pecados. Lo resucitó de la muerte y reivindicó esa obra perfecta de sustitución y redención. Lo exaltó a su mano derecha. Lo enviará de nuevo. En esa gran obra redentora, por medio de la cual nuestros pecados son cubiertos y nos vestimos con la justicia de Cristo, Dios selló a su Hijo como el Hijo del Hombre y el único Mediador calificado entre Dios y el hombre que puede dar la vida eterna.

Así, el Hijo del Hombre, Jesucristo, da la vida eterna, porque el Padre dijo: «Así es él. Este es mi Hijo. Yo lo envié para esto y lo cumplió perfectamente».

La labor de la fe

En segundo lugar, Juan 6:27 dice, «Trabajad […] por la comida que a vida eterna permanece». Trabajen por la comida que a vida eterna permanece. Eso suena terrible. ¿Por qué suena terrible? No puedes trabajar para obtener la vida eterna; ¡es un regalo!

Bueno, ¿qué quiere decir Jesús? Cuando lees el Evangelio de Juan, te encuentras con cosas como esta todo el tiempo; Jesús parece decir lo contrario de lo que quiere decir. Pero no te deja en duda por mucho tiempo. Solo debes seguir leyendo. Así que sigamos leyendo.

La respuesta se da en Juan 6:28-29. Después de que dijo: «Trabajad […] por la comida que a vida eterna permanece», la multitud respondió: «¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?» (Jn. 6:28).

En esencia, la gente está diciendo: «Así que dices que trabajemos. Dinos qué es lo que hay que hacer para trabajar». Esta es la clásica falsa salvación por obras. Están preguntando: «Bien, dijiste: “Trabajen por la comida que a vida eterna permanece”. Te preguntamos, al igual que el joven rico: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”».

Jesús da la respuesta en el versículo 29: «Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado». Puso la mesa al revés. Ellos trabajaban y trabajaban para buscarlo y tenerlo porque les era útil. Para dejarlo en claro, él dice: «No me busquen de esa manera. ¿Quieren buscarme en el trabajo por el pan? Trabajen por el pan que perdura hasta la vida eterna». Los engancha con eso y ellos dicen: «Bien, ¿cuál es el trabajo?». Y responde: «El trabajo es la fe. El trabajo es dejar de trabajar. El trabajo es dejar de trabajar y confiar en mí».

En el versículo 51, agrega: «Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo» Es como si dijera: «Estoy aquí como el oro, la plata y el tesoro, todo lo que siempre has necesitado. Soy para ustedes y de forma gratuita», y ellos respondieran: «¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué es lo que tenemos que hacer para tenerte?».

Creo que él respondería: «Si no me consideras un tesoro —¿estás escuchando, Gerald? — Si no me consideras como un tesoro, si no me ves como un tesoro, ninguna cantidad de obras o trabajo me hará valioso para ti».

Próxima parada: El cielo

Pablo dijo: «Estimo todas las cosas como pérdida» (Fil. 3:8). Ahora, ustedes han perdido muchas cosas. En ese punto tienen una gran ventaja. Pablo escribió:

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo […]. A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos (Fil. 3:8, 10-11).

Próxima parada después de Angola: el cielo. Si él es precioso para ti, si es precioso más allá de cualquier cosa en este mundo que ya hayas perdido. Cuando comes del pan de vida, obtienes la vida eterna, es decir, se añade un nuevo capítulo a tu vida. Angola no es el último capítulo. Es el penúltimo capítulo. La eternidad es el último capítulo, y dura para siempre, y es infinitamente feliz.

Tantos estadounidenses trabajan hasta el agotamiento para tener veinte años de la llamada «jubilación», pensando que es el último capítulo de su vida. No lo es. Es el penúltimo capítulo. Muchos de nosotros tenemos esta pequeña, insignificante y frágil esperanza de que como personas viejas y arrugadas pasaremos nuestros últimos 20 años jugando golf o pescando. Pero en vez de eso, puedes tener la absoluta certeza (todos nosotros podemos tenerla) de una cabaña eterna junto al lago con Jesús, un eterno crucero por el océano con Jesús, una noche eterna junto al fuego con un buen libro y Jesús.

Ustedes no sueñan de esa manera como la mayoría de los estadounidenses o incluso como la gente de mi iglesia, y eso es muy bueno. Espero que todo ese sueño que pensaron que podrían tener algún día sea cambiado por sueño del último capítulo. Yo iré allí pronto. Mary, de mi iglesia, estará allí en dos semanas quizás, y Gerald, tú también estarás allí pronto.

Enamórate de Jesús

Esta vida es muy corta, hermanos, muy corta. Puede parecer larga, pero es corta. Y la eternidad es realmente larga. Es realmente larga y muy buena (diez mil veces serás recompensado por cada acto de amabilidad que hagas, cada acto de fe que salga de ti).

Creo que mi última advertencia, hermanos, es esta: es gratis. Cristo murió en nuestro lugar. Resucitó de entre los muertos. Vivió una vida de perfecta justicia. Está disponible gratuitamente para todos los que dejen de trabajar por él, y para todos los que empiecen a comer el pan del cielo, y lo encuentren más valioso que cualquier otra cosa.

Esta tarde hablé con Gerald, quien probablemente sea ejecutado pronto, y le dije: «Lo que me gustaría que hicieras es abrir tu Biblia, pero no porque leer tu Biblia te salve. No buscamos las obras. Abre tu Biblia a Mateo, Marcos y Lucas, y conoce mejor a Jesús cada día, para que cuando lo conozcas, no haya demasiadas sorpresas. Enamórate de él, Gerald. Enamórate de él ahora. Necesitas amarlo ahora, conocerlo ahora, confiar en él ahora».

Y yo les diría eso a todos ustedes. Me lo digo a mí mismo. Mi tarea en este planeta es comer el pan del cielo, estar satisfecho y compartirlo con los demás.

Tan conmovedor. El pastor John prometió escribir cartas de seguimiento, y lo hizo; envió dos en diciembre de 2009.

«Oh Gerald, quiero verte en el cielo con Jesús —escribió Piper—. Quiero ver su gloriosa gracia magnificada en tu salvación. No depende de tus méritos. O de tu valor. O de tus buenas acciones. O la calidad de tu piedad. Depende de si ves a Jesús como lo que más necesitas, lo atesoras por encima de todas las cosas y lo recibes libremente. Es posible, por Jesús, que en el mismo momento en que mueras al lado del guardián estés en presencia de Jesús. Pero también es posible que estés en el infierno. La diferencia no será si eres culpable de pecado y crimen. La diferencia será si recibes a Jesús como tu portador de la culpa. Él sufrió inmensamente como el Hijo de Dios para que tus crímenes pudieran ser borrados. Vivió una vida perfecta para que su perfección pudiera ser considerada como la tuya. Asómbrate de esto. Te amo y te ruego que te vuelvas a Jesús todos los días. No solo una vez. Acudan a él todos los días […]. Quiero verte en el cielo. No tardaré mucho en llegar allí. Con cariño, John Piper».

En la siguiente carta, el pastor John dijo: «Derramaste sangre inocente. Eso es cierto. Es por esta razón que Dios derramó la infinitamente preciosa sangre inocente de su Hijo Jesús, para que tú y yo pudiéramos ser perdonados. Gerald, te amo y quiero verte de nuevo con Jesús en el cielo. Confía en él. Confía en él».

¿Gerald está en el cielo o en el infierno? No está claro. Lo que sí sabemos es que siete semanas después del sermón de Piper, Bordelon fue ejecutado. El 7 de enero de 2010, fue conducido a la cámara de inyección letal de Angola llevando una camiseta blanca y un collar con una cruz dorada de su hija. Los testigos dicen que los ojos de Bordelon estaban enrojecidos por el llanto, mientras decía sus últimas palabras:«Me gustaría disculparme con mi familia y decirles que los amo». Estaba atado y se le insertaron intravenosas en los brazos. Tres drogas lo durmieron, detuvieron su respiración y detuvieron su corazón. Todo sucedió muy rápido. Un momento después, el director Cain dijo: «Declaramos muerto a Gerald Bordelon. Hemos enviado su alma para el juicio final». Hasta el día de hoy, Bordelon sigue siendo el último prisionero en ser ejecutado en Louisiana.

John Piper

John Piper

John Piper es fundador y profesor de desiringGod.org y canciller del Bethlehem College & Seminary. Durante 33 años, fue pastor de la Bethlehem Baptist Church, Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros, incluyendo Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano y más recientemente Coronavirus y Cristo.