El salmo empieza y termina con el salmista
predicándole a su alma que bendiga al Señor
y también a los ángeles y a los ejércitos
celestiales y a las obras de las manos de Dios.
El salmo está asombrosamente enfocado en
bendecir al Señor. ¿Qué significa bendecir al
Señor? Significa hablar bien de su grandeza y
bondad.
Lo que David hace en el primer versículo y en
los últimos, donde dice «bendice, alma mía, al
Señor», es decirnos que hablar de la bondad de
Dios y su grandeza debe venir desde el alma.
Bendecir a Dios con la boca pero sin el corazón
sería hipocresía. Jesús dijo: «Este pueblo con
los labios me honra, pero su corazón está muy
lejos de mí» (Mateo 15:8). David conocía este
peligro y se predicaba a sí mismo para que esto
no sucediera.
Ven, alma mía, mira la grandeza y la bondad de
Dios. Acompaña a mi boca, y alabemos al Señor
con todo nuestro ser.
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