Vida y muerte en Navidad

Justo cuando estaba por empezar a escribir este
devocional, recibí la noticia de que Marion
Newstrum acababa de fallecer. Marion y su esposo
Elmer fueron miembros de nuestra iglesia
Bethlehem por mucho más tiempo que el tiempo de
vida de la mayoría de nuestros miembros.
Ella tenía 87 años, y ellos tenían 64 años de
casados.

Cuando hablé con Elmer y le dije que se
fortaleciera en el Señor y no se diera por vencido
frente a la vida, él respondió: «Él ha sido un
verdadero amigo». Oro para que todos los
cristianos puedan decir en sus últimos momentos de
vida: «Cristo ha sido un verdadero amigo».

Todos los años en Adviento conmemoro el
aniversario de la muerte de mi madre. Perdió la
vida a los 56 años de edad en un accidente de
tránsito mientras viajaba en un autobús en Israel.
Fue el 16 de diciembre de 1974. Aquellos
acontecimientos siguen siendo increíblemente
vívidos para mí incluso hoy día. Si me lo
permitiera, las lágrimas correrían con facilidad
por mi rostro al pensar, por ejemplo, que mis
hijos nunca llegaron a conocerla. El entierro fue
el día siguiente a Navidad.
¡Cuán preciosa fue esa Navidad!

Muchos de ustedes en esta Navidad sentirán su
pérdida personal de un modo mucho más punzante que
antes. No repriman esos sentimientos.
Déjenlos salir. Siéntanlos. ¿De qué sirve el amor,
sino es para hacer más intensas nuestras emociones,
tanto en la vida como en la muerte? Pero, les
ruego, no se dejen llevar por la amargura:
es un sentimiento trágicamente autodestructivo.

Jesús vino en Navidad para que tengamos vida
eterna: «Yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Elmer y Marion habían conversado acerca de dónde
pasarían los últimos años de su vida.
Elmer me dijo: «Marion y yo acordamos que nuestro
último hogar sería en la presencia del Señor».

¿Están ansiosos por su hogar? Parte de mi familia
vendrá a mi casa estas fiestas. Es una linda
sensación. Creo que en el fondo se siente bien
porque tanto ellos como yo, desde el fondo de
nuestro ser, estamos destinados para el último
encuentro en el hogar.Todos las otras celebraciones
de encuentros familiares y amigos son solo una
muestra anticipada de lo que vendrá.
Y estas muestras son buenas.

A menos que se conviertan en sustitutos.
No permitamos que todas las cosas agradables de
esta temporada se vuelvan sustitutos del
Bienestar final, que todo lo satisface. Dejemos
que cada pérdida y cada deleite dirijan nuestro
corazón hacia el hogar celestial.

¿Qué es la Navidad sino esto: yo he venido para
que tengan vida? Para que Marion Newstrum, Ruth
Piper, ustedes y yo tengamos Vida, ahora y para
siempre.

Hagamos que nuestro Ahora sea más rico y profundo
en esta Navidad, bebiendo de la fuente del Para
Siempre que se encuentra tan cerca.

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