Las mujeres bien comportadas rara vez hacen historia

Sin ser capturadas por los paparazzi, ignoradas por los periodistas, van de aquí y para allá sin que el mundo se dé cuenta, las mujeres bien comportadas no generan material para que los historiadores las inmortalicen. Pero estos desafíos no impidieron a la historiadora de Harvard, Laurel Thatcher Ulrich, hacer honorables intentos de encontrar mujeres bien comportadas y celebrar sus vidas.

La historiadora, que tiene ojo para lo ordinario y que ganó un Pulitzer por dar vida al diario de una partera que vivió en las décadas posteriores a la revolución estadounidense, también se propuso recopilar sistemáticamente las célebres virtudes de las primeras mujeres estadounidenses. Esta vez su investigación la llevó a viejos manuscritos de sermones fúnebres, el único lugar donde se celebraron y registraron las vidas de estas mujeres, que de otra manera se pasarían por alto.

Las ocultas

Publicó sus hallazgos en 1976, en un artículo titulado «Mujeres virtuosas: Literatura ministerial de Nueva Inglaterra, 1668-1735».

Abrió su estudio con este párrafo a manera de resumen:

Cotton Mather las llamó «las ocultas». Nunca predicaron, ni se sentaron en la silla de un diácono, ni votaron o asistieron a Harvard. Tampoco, por ser mujeres virtuosas, cuestionaron a Dios o a los magistrados. Oraban en secreto, leían la Biblia completa al menos una vez al año, e iban a oír al ministro predicar incluso cuando nevaba. Esperando una corona eterna, nunca pidieron ser recordadas en la tierra. Y no lo han sido. Las mujeres de buen comportamiento rara vez hacen historia; comparadas a los antinomianos y las brujas, estas piadosas matronas han tenido pocas posibilidades.

Aquí debo pasar por alto el hecho de que las mujeres cristianas «de buen comportamiento» y piadosas pueden educarse y corregir humildemente a los líderes de la Iglesia. No hay ninguna contradicción. Pero eso no es lo que hizo famoso este párrafo.

Veinte años después, la frase «las mujeres de buen comportamiento rara vez hacen historia» se convertiría en un popular eslogan feminista. Apareció por primera vez en una camiseta en 1996. Después en grandes botones. Luego en pegatinas para el parachoques. Después se convirtió en el lema de las organizaciones de mujeres. Tomó vida propia, una frase sacada de un artículo académico que cobró vida autónoma.

Más tarde, Ulrich admitiría con humor: «Nadie ha propuesto imprimir camisetas con ninguna de las otras frases de mi artículo sobre los sermones funerarios. Es difícil imaginar que las mujeres de Amtrak lleven voluntariamente botones que digan: “El verdadero drama está en la rutina”» (The Slogan).

Y eso es lo que hace que la línea extraída de su artículo de 1976 sea tan cómica. La intención de Ulrich no era llamar a las mujeres a levantarse, empujar hacia atrás contra el statu quo, e instigar un alboroto como las feministas intuyeron. No. Estaba dando un simple punto de vista histórico: las bellas virtudes de las mujeres piadosas en la América primitiva son fácilmente olvidadas porque causan poco interés periodístico para el historiador.

Capturando los ojos de Dios

Entonces, ¿qué personajes en la tierra llaman la atención de Dios? ¿Quiénes encontrarán sus biografías registradas en el archivo del cielo, celebradas en el libro de la historia humana en las enciclopedias de la eternidad?

A diferencia del historiador que debe trabajar con material de fuente limitada en virtudes sutiles, los siete ojos de Dios recorren la tierra con mirada omnisciente, buscando a los virtuosos.

Específicamente, en 1 Pedro 3, encontramos las sutiles virtudes de la vida cristiana que se celebran en las mujeres (y en los hombres). El resultado no es hacer que los cristianos aparezcan como incautos, sino mostrar cómo las sutiles virtudes de la mansedumbre conducen a una firme confianza en Cristo frente a toda incertidumbre y peligro (1 P. 3:1-6).

Los que esperan en Dios a veces hacen una escena digna de los historiadores, pero por lo general, su vida cotidiana está marcada por las sutiles virtudes que se celebran en el Antiguo y el Nuevo Testamento cuando el apóstol en 1 Pedro 3:10-12 cita el Salmo 34:12-16:

Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

¿Qué es lo que en este testimonio de gracia captaría la mirada de un historiador? Especialmente cuando Pedro, posterior a esta cita, anima a los fieles a estar «preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 P. 3:15).

La dulzura de la vida cristiana es un testimonio del poder y de la gracia que tenemos en nuestra unión con Cristo.

Una historia eterna

En la diabólica fantasía de C. S. Lewis, Cartas del diablo a su sobrino, el hombre cristiano que se encuentra en el centro del ataque diabólico conoce a una mujer que podría convertirse en su esposa. Una mujer virtuosa, diríamos. A los ojos del mundo, parece débil. Para los ojos demoníacos, es un enemigo repulsivo, una amenaza para el infierno, ya que «no solo es una cristiana, sino una vil, escurridiza, risueña, recatada, monosilábica, insignificante, virginal. ¡Qué cristiana! Me hace vomitar […].  Una pequeña tramposa de dos caras que parece desmayarse al ver la sangre y luego muere con una sonrisa».

Estas tramposas de dos caras, mujeres de pureza y fe, mujeres fuertes y dignas, que miran fijamente a los demonios, se ríen de un futuro oculto y sonríen ante la muerte, revuelven el estómago del diablo (1 P. 3:5-6; Pr. 31:25).

La piedad centrada en Dios que se demuestra en la Tierra no se incluirá a menudo en el registro de nuestros historiadores. Hay muy pocos datos para hacerlo posible. Las mujeres bien comportadas rara vez hacen historia. Me parece justo. Pero nuestros historiadores no tendrán la última palabra. Sospecho que la historia de cada fiel creyente, incluso el más ordinario en esta vida, ha generado voluminosos registros en la eternidad, y encontrará su historia registrada en la epopeya de esta época, una biblioteca llena de un millón de volúmenes en donde se ha registrado cada acto y actitud que capturó la atención de nuestro Creador, y atemorizó a los demonios.

Tony Reinke

Tony Reinke

Tony Reinke es el escritor principal de Desiring God y autor de Competing Spectacles (2019), 12 Ways Your Phone Is Changing You (2017), John Newton on the Christian Life (2015), y Lit! A Christian Guide to Reading Books (2011). Es el anfitrión del podcast Ask Pastor John y vive en el Phoenix con su esposa y tres hijos.