Gracia denegada y gracia otorgada

La necesidad de fortaleza interior surge no solo
a raíz del desgaste por causa del estrés diario,
sino también por el sufrimiento y las aflicciones
que llegan de tiempo en tiempo y ciertamente llegan.

En el camino al cielo, el sufrimiento es sin duda
añadido al cansancio del corazón. Cuando este
llega, el corazón duda, y el camino angosto que
lleva a la vida parece imposible. Ya nos resulta
bastante difícil tener un camino angosto con
colinas agotadoras que ponen a prueba la fuerza de
la carcacha hasta el límite. Pero ¿qué debemos
hacer cuando el auto se avería?

Pablo clamó tres veces con esta pregunta debido a
una aflicción en su vida, pero la gracia de Dios
no vino en la manera que él había pedido. Llegó
de otra forma. Cristo respondió: «Te basta mi
gracia, pues mi poder se perfecciona en la
debilidad».

Vemos que la gracia es otorgada a través del poder
de Cristo para sobrellevar una aflicción continua
una gracia otorgada en medio de otra gracia
denegada. Pablo respondió en fe a la suficiencia
de esta gracia para el futuro: «Por tanto, muy
gustosamente me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que el poder de Cristo more en mí»
(2 Corintios 12:9).

A menudo Dios nos bendice con una «gracia
otorgada» en medio de una «gracia denegada».
Por ejemplo, en un día de un calor brutal en el
mes de julio, la bomba de agua de nuestro auto
dejó de funcionar, y nos encontrábamos tirados en
la autopista interestatal en Tennessee a veinte
millas de distancia del pueblo más cercano.

Yo había orado esa mañana para que el auto
funcionara bien y para que llegáramos a nuestro
destino a salvo. Nadie más se detuvo cuando
salimos del auto y nos paramos al lado. Mi hijo
Abraham (que tenía como once años en ese entonces)
dijo: «Papá, deberíamos orar». Así que nos
inclinamos detrás del auto y le pedimos a Dios
gracia para el futuro una ayuda en tiempo de
necesidad. Cuando levantamos la mirada, una
camioneta picop se había detenido.

El chofer era un mecánico que trabajaba como a
veinte millas del lugar. Dijo que estaba dispuesto
a conseguir las partes y regresar a arreglar
el auto. Lo acompañé al pueblo y tuve la oportunidad
de compartirle el evangelio. Estábamos en nuestro
camino otra vez como cinco horas después.

Lo más notable de esta respuesta a nuestra oración
es que llegara en medio de otra oración denegada.
Pedimos un viaje sin dificultades. Dios nos dio
dificultades. Pero en medio de una gracia denegada
tuvimos una gracia otorgada. Estoy aprendiendo a
confiar en la sabiduría de Dios en otorgar la
gracia que él considere mejor para mí y para
mecánicos que no son creyentes y para la fe de
niños que tienen once años.

No debería sorprendernos que Dios nos dé las
maravillosas bendiciones de su gracia en medio del
sufrimiento del que pedimos que nos librara.
Él sabe perfectamente cómo otorgar su gracia para
nuestro bien y para su gloria.

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