Cuatro mentiras acerca de la productividad

¿No es verdad que estamos todos un poco cansados de tantos libros y artículos acerca de la productividad? Sin embargo, nos sentimos atraídos por ellos, porque sabemos que estamos aquí en la tierra con un propósito, y esas publicaciones promete ayudarnos a descubrir y vivir ese propósito. Pero al final, cumple muy poco de eso que promete. Lo leemos, nos entusiasmamos con ello, y dos meses después nos damos cuenta de que realmente no hemos visto muchos cambios duraderos.

He he esforzado mucho por entender la productividad y aplicarla en mi vida. Al final, he llegado a reconciliarme con ella, pero solo después de abordar algunas de las mentiras imperantes al respecto.

Mentira número 1: Buscar la productividad es un empeño poco cristiano

Los estantes de tu librería local gimen bajo el peso de los innumerables libros acerca de la productividad. Cada pocos meses nos enteramos del último libro, la última tendencia, la última idea sobre el tema. Siempre hay alguien deseando venderte algo nuevo y original. Sin embargo, muchos de estos libros enfocan la productividad de manera egoísta. Te enseñan a soñar con la vida que quieres, a definir el éxito a tu manera, y a trazar las metas que te ayuden a lograrlo. Enseñan que la productividad es el medio para conseguir una vida plena en tus propios términos.

Como cristianos, sabemos que esto no debe ser así. Sabemos que la productividad puede ser una forma engañosa de idolatría. Puede engañarnos prometiéndonos la vida que creemos que queremos, la vida que estamos seguros que nos dará satisfacción. Como cristianos, tenemos que rechazar gran parte de esas publicaciones, y con razón. Sin embargo, no nos hacemos ningún favor si confundimos la hierba con la maleza. No debemos rechazar la productividad; solo debemos rechazar esas formas equivocadas de productividad.

Como cristianos, dependemos totalmente de una sabiduría que viene de fuera de este mundo. Confiamos en la perfecta y eterna Palabra de Dios. Y a través de la Biblia, Dios nos da una definición de la productividad. Nos dice: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5:16). Así es como Dios define lo que significa ser productivo: darle gloria haciendo el bien a los demás. La productividad no nos dará paz interior ni nos dará satisfacción. Más bien, fluye de la paz y la satisfacción que ya tenemos en Cristo.

Si es cierto que el propósito de la productividad es glorificar a Dios haciendo el bien a los demás, entonces la productividad no es un empeño poco cristiano, sino el más profundamente cristiano de todos. Es un empeño que debe dar dirección a nuestras vidas, a nuestros días, a nuestro tiempo.

Mentira número 2: La productividad es solo para los profesionales

La gran mayoría de los libros que tratan acerca de la productividad están escritos para profesionales muy ocupados. Se dirigen al exitoso ejecutivo y al frenético agente inmobiliario. Es fácil creer que la  búsqueda de la productividad solo les incumbe a ellos, y que nosotros no necesitamos molestarnos con tales cosas.

Pero una vez que hemos definido la productividad como hacer el bien a los demás para la gloria de Dios, vemos que es algo que todo cristiano debe buscar. La productividad es para profesionales y estudiantes, pastores y fontaneros, padres que trabajan desde casa y madres amas de casa. Es para los que buscan trabajo, los que se encuentran entre un trabajo y otro, y los que ya están jubilados.

Es el llamado universal a todo el pueblo de Dios: Jesús «se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tit 2:14). ¿Eres celoso de buenas obras? Si es así, ¿cómo organizas tu vida para asegurarte de que estás haciendo el mayor bien posible?

Mentira número 3: La productividad solo tiene que ver con el trabajo

Esos libros sobre la productividad tienden a centrarse en el lugar de trabajo. Nos urgen a ser productivos en el área de la vida que es más visible y que consume la mayor parte de nuestro tiempo. Pero rara vez hablan de la vida familiar o de quiénes somos cuando estamos solos. Según ellos, la productividad es algo que buscar en horario de oficina.

Pero si la productividad es hacer el bien a los demás, cuando salimos de la oficina o de clase no hemos hecho más que empezar. Podemos hacer el bien en todas las áreas de la vida. De hecho, estamos llamados a hacer el bien en todas las áreas de la vida. «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Si podemos comer y beber para la gloria de Dios, ¿cuánto más podemos glorificarle en nuestras amistades, en nuestra crianza, en nuestra consejería y en nuestro discipulado? «Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gá 6:10).

Ser productivos es administrar de forma efectiva nuestros dones, talentos, tiempo, energía y entusiasmo para el bien de los demás y la gloria de Dios. Puedes hacer esto en tu trabajo, pero también puedes hacerlo con tu familia, con tus amigos, con tus vecinos. Puedes hacerlo a la vista de los demás y puedes hacerlo cuando estás solo. Buscar la productividad es un empeño que dura toda la vida y que abarca todas las áreas de lo que somos y lo que hacemos.

Mentira número 4: La productividad se trata de hacer muchas cosas

Casi todos tendemos a medir la productividad por el volumen de nuestra actividad, por el número de cosas que podemos tachar de una lista al final del día. Pero en el mejor de los casos, la productividad no se trata en primer lugar de hacer cosas, sino de hacer las cosas adecuadas. Y esto entonces plantea la pregunta obvia: ¿Cuáles son las cosas adecuadas? Son aquellas que cumplen con el llamado de Dios de hacer el bien a los demás y darle gloria.

Esto nos llama a evaluar nuestras vidas de forma sincera, cuidadosa y regular, para preguntarnos si realmente estamos haciendo lo adecuado y lo mejor. ¿Estás distribuyendo tu tiempo de manera apropiada? ¿Estás usando los dones y talentos que Dios te ha dado para estimular a otros a amar y a hacer buenas obras (He 10:24)? ¿Estás dirigiendo tu energía, e incluso tu entusiasmo, hacia aquellas cosas que Dios te llama a hacer? ¿Estás viviendo de tal manera que estés siendo productivo?

Haz más y mejor

Como cristianos, podemos pensar en la productividad en los mejores y más elevados términos. Podemos tener la motivación de vivir para el bien de los demás y para la gloria de Dios, y organizar nuestras vidas para ello.

La vida es demasiado corta como para desperdiciarla y demasiado valiosa como para hacer otra cosa que no sea administrar nuestros dones, talentos, tiempo, energía y entusiasmo para hacer el bien a los demás y para darle gloria a Dios.

Tim Challies

Tim Challies

Tim Challies es un pastor, notable orador, autor de numerosos artículos, y un pionero en la blogosfera cristiana. Decenas de miles de personas visitan Challies.com cada día, convirtiéndolo en uno de los blogs cristianos más leídos y reconocidos del mundo. Tim es autor de varios libros, incluyendo Teología Visual, La Próxima Historia y, más recientemente, Épica: Un viaje alrededor del mundo a través de la historia cristiana. Él y su familia residen cerca de Toronto, Ontario.