¿Cómo sé si el Espíritu está en mí?

¿Cómo sé si el Espíritu Santo está en mí? Muy pocas preguntas son más importantes que esta. Todos nosotros la enfrentamos en algún momento. Y es una pregunta que también hacen los pastores, como esta que recibimos. «Querido Pastor John, saludos en el nombre del Señor Jesucristo. Soy un pastor en Dubai. Puede decirme: ¿cómo puedo saber con seguridad si tengo el Espíritu Santo dentro de mí? Fui salvo a los 8 años y ahora tengo 33. Todavía no he experimentado el poder del Espíritu Santo en mi vida, no se puede demostrar. Le agradecería mucho que me explicara cómo estar lleno del Espíritu Santo. ¿Cómo se ve eso?».

Comencemos con una aclaración: nuestro amigo está haciendo dos preguntas muy distintas. Por lo tanto, mi primera preocupación es asegurarme de que entienda bíblicamente que son dos preguntas muy distintas.

Su primera pregunta es: «¿Cómo puedo saber con seguridad si tengo el Espíritu Santo en mí?». Su segunda pregunta es: «¿Cómo puedo estar lleno del Espíritu Santo?». Ahora, es posible ser un verdadero cristiano y no estar lleno del Espíritu Santo. Y eso es lo que no estoy seguro de que entienda. Pero no es posible ser cristiano en absoluto si no se tiene el Espíritu Santo.

Cada cristiano tiene el Espíritu

Ser cristiano es tener el Espíritu de Cristo. Romanos 8:9: «Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él».

Así que nadie es cristiano si no tiene el Espíritu Santo. Luego en Efesios 5:18, Pablo se dirige a los cristianos que tienen el Espíritu Santo. Y sabemos esto porque en el capítulo 1 dijo: «Vosotros […]fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria» (Ef. 1:13-14). Luego dice en Efesios 5:18-20,

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

En otras palabras, estar lleno del Espíritu es un nivel o una cualidad del poder del Espíritu que en ocasiones es más, y en ocasiones menos. Por ejemplo, en Hechos 4:31, dice que los cristianos se habían reunido para orar, y «cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios».

Así, uno de los efectos de esta extraordinaria, preciosa, dulce, poderosa e inusual experiencia de estar llenos del Espíritu Santo es que estamos más preparados y somos más libres y audaces en nuestro testimonio de Cristo. O según Efesios 5, estamos más listos y ansiosos de desbordar con salmos e himnos y cantos espirituales para dar gracias a Dios.

Tener el Espíritu Santo nos distingue como cristianos. No se puede ser cristiano si no se tiene el Espíritu. No hay cristianos que no tengan el Espíritu Santo. Estar lleno del Espíritu Santo es lo que todos los creyentes deben buscar experimentar por el bien de la maravillosa y exaltada libertad de Cristo y la audacia y el poder que trae.

«Entonces, ¿cómo sabes si tienes el Espíritu Santo?», puedes preguntar. Y yo te respondo: «Sabes que tienes el Espíritu si eres cristiano y has nacido de nuevo».

Nuestra condición antes de Cristo

Ahora, para responder a esta pregunta bíblicamente, es realmente importante saber la condición en la que estabas antes de ser convertido. Debes saberlo por lo que enseña la Biblia y no principalmente por experiencia (ni siquiera me preocupan las personas como yo que no pueden recordar cuando se convirtieron). Es decir, que debemos aprender de la Biblia la condición en la que estábamos antes de convertirnos. No de la memoria de nuestra madre o de nuestra memoria o del testimonio de alguien sobre lo mal que estábamos, sino de la Biblia.

De la Biblia, aprendemos cuál es nuestra condición. Mucha gente, miles de personas, han sido mal enseñadas sobre la condición en la que estaban antes de la conversión. Y la respuesta bíblica es esta:

  • Estábamos espiritualmente muertos (Ef. 2:1, 4).
  • No podíamos recibir las cosas del Espíritu (1 Co. 2:14).
  • Estábamos en lo que Pablo llama la mente de la carne, que no es capaz de someterse a Dios o de complacer a Dios (Ro. 8:7-8).

No teníamos el poder de cambiar nuestras voluntades, nuestros corazones, nuestras mentes o nuestros afectos. Estábamos completamente alejados de Dios. ¿Cómo entonces recibimos el Espíritu Santo? Fue un milagro. Fue la gracia soberana, la gracia de Dios aplicada soberanamente a nosotros en nuestra impotencia.

Resucitado de entre los muertos

Jesús dijo: «El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu» (Jn. 3:8). Ha ocurrido un milagro. El Espíritu te abrió los ojos (Hch. 16:14). Dios brilló en tu corazón omnipotentemente, para hacerte ver la luz del evangelio de la belleza y la gloria de Cristo (2 Co. 4:6). Él impartió vida, te dio vida, para que no estuvieras muerto, no estuvieras ciego, no fueras hostil con Dios, no fueras incapaz de complacer a Dios, no fueras rebelde y no percibieras la cruz como una locura.

En lugar de ello, viste la gloria de Cristo en el evangelio. Lo consideraste más bello, más deseable, que las cosas de este mundo. Recibiste vida por el Espíritu de Dios. Dios es ahora real, precioso y hermoso para ti. Ya no estás ciego. Viste la cruz, a Cristo, su camino y su palabra como más atractivos que las promesas del pecado. En lugar de hostilidad hacia Dios, lo amas y deseas complacerlo. En vez de duda, sospecha y dureza, viste sus promesas como verdaderas y confiaste en ellas. Cristo se convirtió en tu tesoro.

Así es como sabes que estás vivo. Así es como sabes que te has convertido. Así es como sabes que tienes fe. Así es como sabes que el Espíritu Santo está dentro de ti. Nada de eso estaría sucediendo si el milagro del Espíritu de Dios no estuviera obrando en ti. Pero no lo sabrías a menos que te hubiesen enseñado por la Biblia lo muerto que estabas, y lo completamente imposible que toda esta hermosa transformación es fuera de la obra soberana del Espíritu (Lc. 18:27).

¿Estás asombrado?

Si te han enseñado que tú fuiste la causa decisiva, permíteme decir esto de nuevo porque esto es increíblemente destructivo: si te han enseñado que tú fuiste la causa decisiva de todo eso, entonces no te sorprenderá de tu transformación. Lo verás como una obra tuya, y por lo tanto no lo considerarás una evidencia real de que has nacido de nuevo, de que el Espíritu está dentro de ti. Esa es una de las grandes tragedias para aquellos que niegan la soberanía de Dios en la salvación.

Hazte esta pregunta: ¿estás sorprendido por la gracia soberana de Dios que te hace despertar cada mañana como un creyente en Cristo? ¿Estás asombrado? La verdadera fe salvadora es la evidencia número uno de que has nacido de nuevo. Primera de Juan 5:1: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios» (1 Jn. 5:1). Eso significa nacer del Espíritu y poseer el Espíritu.

Así que, Tony, creo que tenemos que detenernos aquí. Sé que nuestro oyente también preguntó: «¿Cómo eres lleno?». No he dicho nada sobre eso, pero creo que debemos detenernos aquí porque su otra pregunta, «¿cómo puedo estar lleno del Espíritu?» es demasiado amplia para agregarla aquí. Y creo que lo que hemos tocado aquí es realmente el meollo de la cuestión: ¿cuál es la obra discernible del Espíritu en nuestras vidas? ¿Y cuál es la respuesta central de la Biblia? Es que nos resucitó de la muerte e hizo de Cristo nuestro tesoro supremo.

John Piper

John Piper

John Piper es fundador y profesor de desiringGod.org y canciller del Bethlehem College & Seminary. Durante 33 años, fue pastor de la Bethlehem Baptist Church, Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros, incluyendo Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano y más recientemente Coronavirus y Cristo.