Tengo párkinson, pero tengo paz con Dios

Hace más de cuarenta y cinco años que Wayne Grudem y yo somos amigos. Hemos pasado por muchas cosas juntos tanto profesional como familiarmente. Cuando hablé con él ayer para ver cómo estaba, me dijo: «La última vez que miré en la Biblia, Romanos 8:28 todavía estaba allí». Sonreí y contesté: «Hiciste un buen trabajo editando la Biblia English Standard Version. Gracias por finalizar el proyecto». Cuando las raíces de la amistad son tan profundas como lo son para Wayne y para mí, producen un gozo inquebrantable cuyo fruto se transforma en alegría. Querido lector, quisiera pedirte que te unas a mí en oración para que Dios sane el cuerpo de Wayne, sostenga su fe y le dé las fuerzas necesarias para acabar la obra que él está convencido que aún le queda por hacer. Wayne nos ha dado permiso para compartir contigo esta carta que envió a unos amigos. Gracias, Wayne. (Fdo.: John Piper)1.

El miércoles pasado fui a ver a mi médico de cabecera porque mi salud estaba experimentando algunos síntomas desconcertantes, y mi médico enseguida sospechó que tenía la enfermedad de Parkinson. Me remitió a un neurólogo y, el viernes, me confirmó que efectivamente tenía dicha enfermedad.

El párkinson es un trastorno neurológico degenerativo para el que no existe una cura conocida, pero hay medicamentos que alivian los síntomas y pueden retrasar el avance de la enfermedad. La doctora me recetó una medicina que es efectiva con algunos pacientes, aunque a otros no les funciona. No consideró que mis síntomas fueran tan graves como para empezar a tomar el medicamento más común —dopamina—, ya que su eficacia disminuye con el uso y no quería que yo empezara a tomarla tan pronto.

Hemos comenzado el proceso para conseguir una cita en el Barrow Neurological Institute, que según Wikipedia es «el mayor centro de neurocirugía especializado del mundo, y un líder en la formación de neurocirugía, la investigación y la atención al paciente» y, además, está aquí en Phoenix.

Los síntomas actuales incluyen una disminución del control de la motricidad fina, de modo que mi escritura es menos legible y más apretada. A veces, cuando escribo pulso una tecla dos veces o no pulso ninguna; y no controlo el ratón del ordenador con tanta precisión como antes. También es más difícil abotonarme la camisa y, en ocasiones, siento un pequeño temblor cuando extiendo el brazo para agarrar algo. Todavía puedo hacer todas estas cosas, pero las hago un poco más lentamente y requiero más concentración. Además, parece ser que cuando realizo actividades cotidianas muevo los brazos y las piernas con más lentitud. Y yo mismo noto que me es más difícil sonreír y, Margaret —mi esposa—, dice que a veces mi cara parece un poco inexpresiva. En las últimas fotos que hemos tomado, mi sonrisa ha salido más forzada, ya no es tan genuina o natural como antes.

Los síntomas y el índice de progresión de la enfermedad varían mucho de un paciente a otro y, según parece, son imposibles de predecir. A veces la progresión es muy lenta, como en el caso de Billy Graham, que ha tenido la enfermedad de Parkinson durante veintiséis años (ahora tiene noventa y seis años)2. El actor Michael J. Fox también tiene párkinson y ha seguido con su vida normal. Sin embargo, en otras personas, la enfermedad avanza más rápidamente.

El Señor nos ha dado una profunda paz

Así pues, ¿cómo estamos? Margaret ha sido una ayuda maravillosa y una fuente de ánimo, y no deja de recordarme que «estamos juntos en esto». Es la esposa más increíble y maravillosa del mundo.

Ambos sentimos una profunda paz del Señor en este asunto. El rey David le dijo al Señor: «En tu mano están mis tiempos» (Sal 31:15), y así es como me siento.

El párkinson no suele acortar mucho la esperanza de vida de una persona, pero en cualquier caso, soy feliz de vivir hasta que el Señor quiera que viva, y de seguir siendo productivo mientras él me lo permita. «Y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos» (Sal 139:16, LBLA).

Pero si Dios lo permite, me gustaría terminar los principales proyectos académicos en los que estoy envuelto:

  1. Un libro de texto acerca de la ética cristiana; que espero terminar más o menos un año después de acabar el primer borrador (o en enero de 2017)3.

2. Una edición revisada de mi libro de teología sistemática; que debería llevarme un par de años (de 2017 a 2019)4.

Mientras pueda enseñar con eficacia, pienso seguir enseñando en Phoenix Seminary. (El Seminario se trasladará en julio de 2017 a un nuevo lugar que se construirá a solo doce minutos de nuestra casa)5.

Cumplir con el ministerio que he recibido

Aquí os comparto algunos versículos que el Señor me ha traído a la mente en numerosas ocasiones durante el último año, y que parecen especialmente apropiados en este momento:

  • «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (Sal 90:12). Necesito administrar con sabiduría los días que me quedan.
  • «David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres» (Hch 13:36). Mi mayor deseo es cumplir con el propósito que Dios tiene preparado para mi vida.
  • «Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor» (Col 4:17). Este versículo ha sido especialmente contundente en mi mente durante el último año más o menos —todo mi ser quiere cumplir «el ministerio que [he recibido] en el Señor»—, y creo que esto se refiere al libro de texto de ética y la revisión de la Teología Sistemática.

Además, a nivel personal, quiero elaborar mis planes con sabiduría para que Margaret sea bien atendida si llega el momento en el que yo no pueda trabajar ni ayudar con las tareas cotidianas.

Estos son otros de los versículos que han cobrado mucha importancia durante los últimos días:

  • «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas» (Fil 3:20-21). Mi esperanza de tener un día un cuerpo resucitado y perfecto —como el de Cristo— es mucho más fuerte ahora.
  • «Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Co 4:16-17). A la luz de la eternidad, el párkinson es una «leve tribulación momentánea».
  • «¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre» (Sal 73:25-26). Mi comunión personal con Dios es mucho más preciosa que el estado físico en el que me pueda encontrar, y eso es algo que en estos momentos siento de forma real y verdadera.

Agradecería vuestras oraciones por los proyectos que he mencionado anteriormente, por seguir teniendo acceso a un buena atención médica y, también, si es la voluntad del Señor, por mi curación parcial o total, ya sea a través de la medicina o porque él intervenga milagrosamente.

Tengo paz con Dios.


Notas del traductor:

1 La carta que Grudem envió a sus amigos está fechada el 20 de diciembre del 2015.

2 En el año en el que Wayne Grudem escribió esta carta, Bill Graham aún vivía, pero falleció tres años más tarde, en el año 2018.

3 El libro al que se refiere Grudem se titula: Christian Ethics: An Introduction to Biblical Moral Reasoning, y fue publicado por Crossway en el año 2018.

4 La segunda edición en inglés de la Teología Sistemática de Grudem será publicada por Zondervan Academic y estará disponible en diciembre del 2020.

5 El Phoenix Seminary se trasladó en 2017 a su nueva localización en Scottsdale, Arizona.