Solo Dios puede satisfacer un corazón como el de
David. David era un hombre conforme al corazón
de Dios mismo. Fuimos creados para ser así.
Esta es la esencia de lo que significa amar a
Dios: estar satisfechos en él. ¡En Él!
Amar a Dios implica obedecer todos sus
mandamientos, implica creer toda su Palabra,
implica agradecerle por todos sus dones; pero la
esencia del amor a Dios es deleitarse en todo lo
que él es. Y es este deleite en Dios lo que
glorifica su valía del modo más completo.
Todos sabemos esto tanto por intuición como por
leerlo en las Escrituras. ¿Nos sentimos más
halagados por el amor de aquellos que nos sirven
debido a que los constriñe una responsabilidad,
o por el amor de aquellos que disfrutan nuestra
compañía?
Mi esposa se siente más halagada cuando le digo:
«Me hace feliz pasar tiempo contigo». Mi felicidad
es el eco de su excelencia. Lo mismo sucede con
Dios. Él es más glorificado en nosotros cuando
estamos más satisfechos en él.
Ninguno de nosotros ha alcanzado la satisfacción
perfecta en Dios. A menudo me apena percibir que
mi corazón está quejumbroso por haber renunciado
a los placeres del mundo. Pero he probado que el
Señor es bueno. Por la gracia de Dios ahora
conozco la fuente del gozo eterno.
Por eso amo invertir mis días atrayendo a las
personas hacia el gozo, hasta que puedan decir
conmigo: «Una cosa he pedido al Señor, y esa
buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos
los días de mi vida, para contemplar la
hermosura del Señor, y para meditar en su templo»
(Salmos 27:4).
Encuentra más devocionales de John Piper en Español
en nuestro sitio web: