La voluntad de Dios es que nos acerquemos

El mandamiento que se nos da en este pasaje es
que nos acerquemos a Dios. La intención principal
del autor es que estemos cerca de Dios, que
tengamos comunión con él, que no nos conformemos
con una vida cristiana distante de Dios.

Este acercamiento no es un acto físico. No se
trata de construir una torre de Babel de
logros personales para llegar al cielo. No es
necesariamente ir a una iglesia como local, o
acercarse a un altar. Es un acto invisible del
corazón. Uno se puede acercar estando
completamente quieto, o cuando se está en la cama
de un hospital, o en el tren camino al trabajo.

Esta es la esencia del evangelio esto es de lo
que se trata el Jardín de Getsemaní y el Viernes
Santo: que Dios ha hecho cosas increíbles y a un
alto costo para acercarnos a él. Él envió a su
Hijo a sufrir y a morir para que a través de él
nos pudiéramos acercar. Todo esto es para que
pudiéramos acercarnos. Y todo es para nuestro
gozo y para su gloria.

Él no nos necesita. Si nos mantenemos lejos, él
no se empobrece. No necesita de nosotros para
estar feliz en comunión con la Trinidad; pero
engrandece su misericordia al darnos libre acceso
a través de su Hijo, a pesar de nuestro pecado,
a aquella Realidad que nos puede satisfacer
completamente y para siempre, es decir, él mismo:
«…en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu
diestra, deleites para siempre.» (Salmos 16:11).

Esa es la voluntad de Dios para ustedes,
aun mientras leen esto: que se acerquen a Dios.

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