¿De qué necesitamos ser salvos? El versículo 9 lo
expone claramente: de la ira de Dios. Pero ¿es
ese el mejor de los premios del evangelio? ¿el más
alto, el que nos brinda mayor plenitud y el que
más nos satisface?
No lo es. El versículo 10 dice: «mucho más…
seremos salvos por su vida». Luego el versículo 11
nos conduce a la finalidad del ser salvos, al
afirmar: «Y no solo esto, sino que también nos
gloriamos en Dios».
Esa es la mejor parte, y la primordial, de las
buenas nuevas. No hay ningún otro «y no solo esto»
después, solo la aclaración de Pablo acerca de
cómo lo alcanzamos: «por medio de nuestro Señor
Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la
reconciliación».
El fin del evangelio es «nos gloriamos en Dios».
El bien más alto, más profundo y más dulce del
evangelio, el que nos brinda la mayor plenitud,
es Dios mismo en quien se regocija su pueblo
redimido.
Dios en Cristo se convirtió en el precio
(Romanos 5:6-8), y Dios en Cristo se convirtió
también en el premio (Romanos 5:11).
El evangelio consiste en las buenas nuevas de
que Dios pagó por nuestro deleite eterno en Dios.
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