Gracia para el nuevo año

La gracia no solo es la disposición de
Dios para bendecirnos cuando no lo
merecemos. Es el poder de Dios que, en
efecto, obra y hace que ocurran cosas
buenas en nosotros y para nosotros.

La gracia de Dios en Pablo era la obra
de Dios en él que lo hacía trabajar
arduamente. Por eso, cuando Pablo dijo
que nos ocupemos de nuestra salvación,
luego añadió: «porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad»
(Filipenses 2:13). La gracia es el poder
de Dios que produce buenas obras en
nosotros y para nosotros.

Esa gracia es del pasado y del futuro.
Está siempre cayendo, como una cascada,
sobre la catarata infinitesimal del
presente: proviene del inagotable río
de la gracia que viene a nosotros del
futuro hacia la siempre creciente
reserva de gracia en el pasado.

En los próximos cinco minutos, recibiremos
la gracia que fluye a nosotros del futuro
para nuestro sustento, y acumulará otros
cinco minutos de gracia en la reserva del
pasado. La respuesta adecuada por la
gracia que hemos experimentado en el pasado
es gratitud; y la respuesta adecuada por
la gracia que Dios promete para nuestro
futuro es fe. Estamos agradecidos por la
gracia que hemos recibido este último año,
y confiamos en que contaremos con gracia
venidera para el nuevo año.

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