El verdadero problema de la ansiedad

Jesús dice que la raíz de la ansiedad es una fe
inadecuada en la gracia venidera de nuestro Padre.

Una reacción posible a las palabras de Jesús
podría ser: «¡Esas no son buenas noticias!
De hecho, es muy desalentador descubrir que lo
que yo creía que era una simple lucha contra una
predisposición a la ansiedad en realidad es un
conflicto mucho más profundo que pone en duda mi
confianza en Dios».

Mi respuesta es que estoy de acuerdo, pero luego
en desacuerdo.

Supongamos que usted tiene un dolor en el
abdomen y ha estado probando medicamentos y
dietas de todo tipo, pero nada dio resultado.
Supongamos también que el médico le dice, después
de una consulta de rutina, que tiene cáncer en
el intestino delgado. ¿Es una buena noticia?
Usted dirá: «¡Por supuesto que no!».
Y yo estaría de acuerdo con usted.

Pero permítame plantear la pregunta de otra forma:
¿No le alegra que el médico haya descubierto el
cáncer cuando todavía es tratable y se puede hacer
mucho al respecto? Usted diría: «Sí, y me alegra
mucho que el médico haya encontrado el verdadero
problema». Nuevamente, yo estaría de acuerdo con
usted.

Por lo tanto, la noticia de que tiene cáncer no
es buena; pero por otro lado, sí lo es, porque
saber qué es lo que en realidad está mal es bueno,
en especial si el problema se puede solucionar.

Lo mismo sucede cuando descubrimos que el
verdadero problema detrás de la ansiedad es la
falta de fe en las promesas de gracia venidera
de Dios. Él puede obrar para sanidad de formas
maravillosas cuando clamamos: «Creo, ayúdame en
mi incredulidad» (Marcos 9:24).

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