El signo de exclamación de nuestras oraciones

La oración es una respuesta a las promesas, es
decir, a la certeza de la gracia venidera de Dios.
La oración es como retirar de la cuenta en la que
Dios ha depositado todas sus promesas de
gracia venidera.

Orar no es tener esperanza, en la oscuridad, de
que quizás haya un Dios con buenas intenciones
por ahí. La oración va al banco todos los días
y gira contra promesas de gracia venidera
necesarias para ese día.

No perdamos de vista la conexión entre las dos
mitades de este gran versículo. Observemos el
«por eso»: «Pues tantas como sean las promesas
de Dios, en Él [Cristo] son Sí; por eso
(por lo tanto) también por medio de Él, Amén,
para la gloria de Dios».

Para asegurarnos de que lo entendemos, vamos a
invertir las dos mitades: Cuando oramos, decimos
Amén a Dios a través de Cristo, porque Dios ha
dicho Amén a todas sus promesas en Cristo.
La oración es la súplica con la confianza en que
Dios hará el bien según sus promesas de gracia
venidera, por la causa de Cristo. La oración
conecta nuestra fe en la gracia venidera con
el fundamento de todo esto, que es Cristo Jesús.

Lo anterior nos lleva a un último punto: Amén es
una palabra preciada y plena en momentos de
oración. No significa principalmente:
«Sí, ya he dicho toda esta oración».
Fundamentalmente significa: «Sí, Dios ha hecho
todas estas promesas».

Amén significa: «Sí, Señor, tú lo puedes hacer».
Significa: «Sí, Señor, tú eres poderoso.
Sí, Señor, tú eres sabio. Sí, Señor, tú eres
misericordioso. Sí, Señor, toda gracia para el
futuro viene de ti y ha sido confirmada en Cristo».
Amén es un signo de exclamación de esperanza
después de una oración pidiendo ayuda.

Encuentra más devocionales de John Piper en Español
en nuestro sitio web: