El propósito de la prosperidad

Existen tres niveles de cómo convivir con los
bienes: (1) robar para obtenerlos; (2) trabajar
para obtenerlos; o (3) trabajar para obtenerlos
en orden de dar.

Son demasiadas las personas que profesan ser
cristianos que viven en el nivel dos. Casi todas
las fuerzas de la cultura que los rodea los
instan a vivir en el nivel dos. Sin embargo,
la Biblia nos empuja incesantemente hacia el
nivel tres. «Dios puede hacer que toda gracia
abunde para vosotros, a fin de que teniendo
siempre todo lo suficiente en todas las cosas,
abundéis para toda buena obra» (2 Corintios 9:8).

¿Por qué Dios nos bendice con abundancia?
Para que tengamos lo suficiente para vivir, y
luego para usar el resto en todo tipo de buenas
obras para aliviar la miseria espiritual y
física. Lo suficiente para nosotros; abundancia
para los demás.

La cuestión no es cuánto gana una persona.
Las grandes industrias y los salarios abultados
son una realidad de nuestros tiempos, y no
necesariamente son malos. Lo malo es dejarnos
engañar y pensar que un salario de seis cifras
debería estar acompañado de un estilo de vida de
seis cifras.

Dios nos creó para que fuéramos conductos de su
gracia. El peligro está en pensar que el
conducto debería estar bañado en oro, que es algo
que no debería suceder. Con el cobre es suficiente:
es un metal que tiene la capacidad de transferir
increíbles riquezas a los demás.

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