El pastor y la evangelización

El pastor y la evangelización

Como pastores, tenemos que admitir que muchas veces enfrentamos los mismos desafíos que encuentran la gente de nuestras congregaciones. Algunos de nosotros venimos de lugares donde el evangelismo es ilegal o, tan políticamente incorrecto, que casi parece algo ilegal.

Y tenemos excusas por las cuales no evangelizamos. Tenemos que ser conscientes de que el corazón que no quiere compartir el evangelio usará cualquier excusa para no hacerlo.

Ora para que Dios use estas conferencias para inflamar tu corazón y darte más ideas de cómo llegar a ser tú mismo un mejor evangelista y un modelo para el rebaño.

COSAS QUE PARECEN EVANGELIZACIÓN, PERO NO LO SON

1) Imposición

La manipulación sustituye a veces a la evangelización. O por lo menos, así lo afirma el mundo. Pero la verdad es que no tratamos de imponer nuestras creencias a nadie. Según la Biblia, no podemos imponer nuestras creencias a nadie. La fuerza y la coerción no tienen el poder de producir el cambio que Dios exige. No podemos extender el cristianismo con la espada. Evangelizar no significa coaccionar el intelecto de las personas.

Creer que algo es verdad y compartirlo con otros no es coerción. No obligamos a la gente a nada cuando la evangelizamos. Ofrecemos el evangelio libremente a todos sin forzar ni pretender forzar a nadie a aceptarlo.

2) Testimonio personal

El testimonio personal es algo realmente maravilloso. La Biblia está llena de ejemplos de ello y debemos dar testimonio de la maravillosa experiencia que significa haber recibido la misericordia de Dios.

Pero considera Juan 9 y al hombre que nació ciego. Dicho hombre testifica de lo que le ha pasado, pero ni siquiera sabe quién es Jesús. Sus palabras glorifican a Dios, pero no presentan el evangelio. Esto no es evangelismo.

Si no eres explícito acerca de Jesucristo y la cruz, no estás presentando el evangelio.

3) Obra social y colaboración ciudadana

Los ministerios de misericordia muestran la bondad de Dios, y es bueno y correcto que el creyente se involucre en ellos, pero tales actividades no es evangelizar. Es posible que muestren el evangelio a algunas personas, pero solo es efectivo si a dichas personas se les ha explicado previamente lo que es dicho evangelio. Estas actividades necesitan ir acompañadas del evangelio. Ayudar a otras personas o hacer bien nuestro trabajo —sea cual sea su naturaleza— no es evangelización.

4) Apologética

La apologética es muy útil, pero no está exenta de peligro. Puedes enredarte hablando de temas puramente intelectuales o intranscendentes y no llegar a presentar el evangelio.

Está bien que hablemos con amigos incrédulos acerca de las preguntas que tienen, pero si intentamos responderlas fuera de la base del evangelio, no les haremos ningún bien. Jesucristo debe ser el centro de nuestro evangelismo.

5) Los resultados de la evangelización

«Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?» (2 Co 2:15-16).

Fíjate en que el mismo ministerio tiene dos efectos diferentes. Es como la parábola del sembrador; una misma semilla, diferentes resultados.

La forma en la que la gente responde a nuestra evangelización no nos permite juzgar con propiedad si lo estamos haciendo correctamente. La necesidad de tener resultados pone un estrés innecesario en los pastores y confunde la forma en la que Dios salva.

Debemos desarrollar nuestros ministerios recordando que algunos de nosotros seremos como Adoniram Judson o William Carey, que no vieron conversiones hasta después de haber predicado la Palabra fielmente durante siete años. Es un hecho conocido que la mayoría de la gente no cree en el evangelio la primera vez que lo escucha.

No permitas que el evangelio que predicas sea moldeado por aquello que obtiene una respuesta inmediata. Predica el evangelio, trata de persuadir a tus oyentes para que crean, pero recuerda que no puedes convertir a las personas. Así que deja que Dios haga con ellas según su voluntad. Solo él puede llamar a los muertos a la vida. El evangelio es poderoso y Dios nos ha incluido en sus planes para difundir las buenas noticias.

¿CÓMO DEBEN SER LOS PASTORES EN SU FACETA EVANGELISTA?

Si compartimos fielmente el evangelio y las personas no se convierten, no habremos fracasado como evangelistas. Pero sí fracasamos si no compartimos el evangelio.

La esencia de la evangelización no es convertir a la gente; es compartirles el evangelio. No intentamos evangelizar; evangelizamos sabiendo que Dios es glorificado en ello. No evangelizamos forzados por la culpabilidad, sino porque es un privilegio y un gozo.

¿Qué deberíamos pedir a Dios que haga en nosotros como pastores y evangelistas?

1) Asegúrate de que tú mismo eres creyente.

2) Sé humilde en tu evangelización. No des la imagen de ser un cristiano perfecto. Sé humilde y reconoce tus debilidades. A Dios le encanta usar aquello que es débil; es más glorificado de esta manera.

3) Ora a Dios para que te dé compasión. Esa fue la actitud que tuvo Cristo cuando vio a las multitudes como ovejas que no tenían pastor.

4) Conoce bien la Palabra. Satúrate de la Biblia.

5) Confía en el evangelio. Dios ama a los evangelistas. Recuerda que a Dios le complace la evangelización, así que sé valiente, como los apóstoles.

Tu confianza en el evangelio se reflejará en cómo respondes a la gente que no se arrepiente cuando les compartes las buenas nuevas. Sigue el ejemplo de Jesús en Mateo 11:20-29. Cuando la gente rechazó su llamada al arrepentimiento, oró, confió en la soberanía de Dios y siguió invitando a todos a venir, arrepentirse y creer.

6) Medita en el hecho de que cuando evangelizamos, estamos participando en algo glorioso. Estamos diciendo la verdad acerca de Dios, y él lo usa para su propia gloria.

7) Sé provocativo. Una forma de conseguirlo es haciendo preguntas honestas. Yo mismo, en mis propios sermones, preparo a veces preguntas que están diseñadas para socavar la fe de los inconversos. Los libros de Randy Newman en evangelismo son buenos en este aspecto.

8) Sé hospitalario. Usa la oportunidad que te brinda la hospitalidad para decirle a los inconversos unas palabras acerca de Cristo.

9) Predica el evangelio desde el púlpito. Los pastores no deberíamos sentirnos culpables de que nuestra principal forma de evangelizar sea la predicación.

Cuando Dios nos llama a ser pastores, nos pide que dejemos el frente de batalla evangelístico para que podamos capacitar a otros a ocupar esas primeras líneas. Alguien que lo que busca es un trabajo administrativo en la iglesia para alejarse del frente de batalla, no es apto para ser pastor.

Debemos presentar el evangelio en cada sermón y debemos predicar todo el evangelio en cada sermón. Los visitantes necesitan escucharlo. Cuando hablamos a los inconversos, también le estamos enseñando a nuestra congregación cómo evangelizamos y le recordamos de nuevo la gravedad y la profundidad del pecado.

La gente necesita oír que Dios los llama a reconocer sus pecados y a confesárselos. Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que las personas piensen que una respuesta físicamente externa es una respuesta sincera.

10) Ora regularmente por los amigos y familiares inconversos. Anima a tu congregación a orar por ellos y enséñales cómo hacerlo.

11) Recuerda dar las gracias diariamente por tu propia conversión.

12) Vuelve a los mismos restaurantes, peluquerías, tintorerías, bancos, etc., para que puedas establecer amistad con las personas y compartirles el evangelio. Da buenas propinas en los restaurantes. Cuando hables con la gente, escúchala con atención.

No se trata de que tengas un programa de evangelización, sino de que tengas una actitud evangelística. Como pastor, debes asegurarse de que una gran parte de tu congregación esté capacitada para evangelizar. Utiliza los libros que regalas, las entrevistas para admitir a nuevos miembros, etc., para dicho fin.

Mark Dever

Mark Dever

Mark Dever es pastor de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D.C., presidente de 9Marks (un ministerio para iglesias y líderes de iglesias), y autor de muchos libros, incluyendo Nueves Marcas de una Iglesia Saludable. Él y su esposa, Connie, tienen dos hijos.