El libro que más amaba Jesús

La escuela dominical me ha marcado, literalmente, desde mi infancia. Tengo una cicatriz en la parte superior de mi mano derecha porque me quemé con la máquina de hacer palomitas cuando tenía unos tres años. Sin embargo, la escuela dominical ha dejado huellas mucho más profundas en mi corazón y en mi alma, y en la forma en que he leído y entendido la Biblia durante la mayor parte de mi vida (especialmente en lo que se refiere a cómo he leído y entendido el Antiguo Testamento).

Durante mucho tiempo, vi el Antiguo Testamento principalmente como una serie de historias inconexas acerca de personas que mostraban cómo —o cómo no— vivir la vida de fe. Sabía que el Antiguo Testamento hablaba de Cristo, pero en mi mente, eso se limitaba a las profecías acerca de la venida del Mesías.

No percibía que todo el Antiguo Testamento nos prepara para entender quién es Jesús y la obra que haría. No entendía que desde Génesis 3:15 en adelante, se traza la línea de la mujer hasta la simiente prometida —el descendiente de Abraham, el hijo de David— quien se encargaría de acabar con la maldición y la serpiente para siempre. Tenía más de cuarenta años cuando me di cuenta de que la Biblia es la historia de la redención de Dios a través de Cristo.

Cuando comprendí que el Antiguo Testamento solo puede entenderse a la luz de Cristo, se abrió un nuevo mundo para mí. Decidí que tenía que empezar a leer con nuevos ojos la historia de la redención. Compré varios libros acerca del tema; incluyendo uno que revolucionó la forma en la que leo el Antiguo Testamento.

Conociendo a Jesús a través del Antiguo Testamento

Solo estaba en la introducción del libro de Christopher Wright Conociendo a Jesús a través del Antiguo Testamento cuando leí un pasaje que me dejó boquiabierta. Hablando de cómo Jesús está conectado con el Antiguo Testamento, escribe:

Porque estas [las Escrituras hebreas] eran las palabras que él leía. Estas eran las historias que él conocía. Estos eran los himnos que él cantaba. En ellas se encontraban la profundidad de la sabiduría, la revelación y la profecía que dieron forma a cómo entendió «la vida, el universo y todas las demás cosas». Aquí es donde encontró la revelación de la mente de su Padre. Y, por encima de todo, aquí es donde encontró la esencia de su propia identidad y el propósito de su misión.1

Este párrafo me hizo reflexionar más profundamente acerca de la humanidad de Jesús, me desafió a leer el Antiguo Testamento de forma diferente y me encargó una misión.

La humanidad de Jesús

Aunque Jesús es completamente humano y completamente Dios, la deidad de Jesús me ha resultado más fácil de entender que su humanidad. Este pasaje me hizo detenerme y pensar más detenidamente en lo que significa que Jesús «crecía en sabiduría y en estatura» (Lc 2:52). Cuando Jesús meditó en las Escrituras del Antiguo Testamento creció en su propia comprensión de quién era, de cuál era el propósito de su vida, e incluso de lo que significaría su muerte y resurrección.

Jesús, típico de los niños judíos de su tiempo, aprendió escuchando los rollos del Antiguo Testamento leídos en la sinagoga. Una de las únicas escenas que tenemos de él cuando era niño le muestra quedándose en Jerusalén para sentarse entre los maestros, «oyéndoles y preguntándoles» (Lc 2:46). Estaba pensando y atando cabos. Comprendió que, cuando estaba en el templo de Jerusalén, estaba en la casa de su Padre.

Sabemos lo que pensó cuando leyó el comienzo de Isaías 61: «El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos». Lo leyó en voz alta en su ciudad natal y dijo a la gente que esa Escritura se había cumplido aquel día delante de ellos (Lc 4:16-21). ¿Qué sintió al leer pasajes como el del Salmo 22:14: «He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron?». ¿Qué pensó al reflexionar acerca de la profecía de Isaías: «Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades» (Is 53:5, NVIC), sabiendo que era él quien un día sería traspasado y molido?

Cuando Jesús leyó el Antiguo Testamento, vio el sufrimiento que experimentaría, así como la gloria que le esperaba después. Por eso les dijo a los dos discípulos de Emaús que, si hubieran creído todo lo que habían dicho los profetas, habrían comprendido que era «necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria» (Lc 24:25-26; énfasis añadido).

Leyendo el Antiguo Testamento de forma diferente

Esta frase en Conocer a Jesús a través del Antiguo Testamento también me hizo leer el Antiguo Testamento de forma diferente, preguntándome en todo momento: ¿Qué versículos pudo haber señalado Jesús en el camino a Emaús y haber dicho: «Esto trata acerca de mí?».

Lucas escribe que allí, en dicho camino: «comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (Lc 24:27). Para explicar a estos discípulos quién era y por qué tenía que morir, Jesús evidentemente no empezó hablando de su nacimiento en Belén, ni del Sermón del Monte, ni de las discusiones que tuvo con los fariseos, ni del complot para prenderlo con la ayuda de Judas.

Lo que hizo fue abrir Génesis, Levítico, los Salmos, Jonás, Oseas y el resto del Antiguo Testamento, y decir: «Esto trata acerca de mí; esto se refiere a la maldición que vine a hacer mía; esto habla de la misericordia que vine a prodigar a los pecadores; esto es acerca de la suficiencia de mi salvación; esto se refiere a que la muerte no me retendría; y esto es una referencia al juicio que se derramó sobre mí en la cruz».

Según Jesús, no solo apuntan a él profecías o pasajes individuales, sino todo el Antiguo Testamento en su conjunto. Les dijo a los líderes religiosos: «Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida» (Jn 5:39-40). Y unos versículos más adelante, añadió: «si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (Jn 5:46). Todo el Antiguo Testamento trata acerca de él, no solamente sus profecías, ¡sino también su historia, sus promesas, su pueblo, su ley, sus ceremonias y sus cánticos!

Mi misión personal

Como ya he dicho, la misión personal con la que estoy comprometida tiene su origen en la lectura del párrafo que he mencionado anteriormente. El contenido de mi misión es complementar con la Teología Bíblica el estudio de la Biblia en la iglesia local. Cuando hablo de la teología bíblica, me refiero a un enfoque de la Biblia que reconoce que existe una metanarrativa que cohesiona todas sus partes. Aunque la Biblia se compone de diferentes clases de literatura y fue escrita a lo largo de varios siglos por una cuarentena de autores humanos, en realidad está contando una sola historia; la historia de lo que Dios está haciendo en el mundo a través de Cristo.

Así pues, ¿cuánto me han cambiado dicha frase y lo que descubrí leyendo el libro que más amaba Jesús? Pues después de empezar a leer con nuevos ojos el Antiguo Testamento, escribí One Year Book of Discovering Jesus in the Old Testament [Descubriendo a Jesús en el Antiguo Testamento a lo largo de un año] y, también, una Serie llamada Seeing Jesus in the Old Testament [Encontrando a Jesús en el Antiguo Testamento]. Ahora enseño el Biblical Theology Workshop for Women [Taller de Teología Bíblica para Mujeres] por todo EE. UU. e internacionalmente.

He descubierto que cuando a las personas que aman la Biblia y aman a Cristo se les muestra cómo toda la Biblia lo señala y se centra en él desde la primera hasta la última de sus páginas, estallan en gozo. Ver la belleza, la suficiencia y la centralidad de Jesucristo en cada parte de las Escrituras y, sobre todo, en el Antiguo Testamento, tiene el poder de cambiar nuestras vidas real, profunda y eternamente.

1. Wright, Christopher J. H.: Knowing Jesus Through the Old Testament, p. 11, (Illinois: InterVarsity Press, 1992). Traducción directa del original. (N. del T.).

Nancy Guthrie

Nancy Guthrie

‎Nancy Guthrie asiste a la Iglesia Presbiteriana Cornerstone, en Franklin, Tennessee, y enseña en conferencias en todo el país e internacionalmente, ‎‎incluidos sus Talleres de Teología Bíblica para Mujeres‎‎. Ella y su esposo organizan Retiros de Relevo para parejas que se han enfrentado a la muerte de un niño y son coanfitriones de la serie de videos GriefShare.