¿Dónde estarás dentro de un año?

Hoy hace un año, el 31 de julio de 2016, una preciosa familia de Minneapolis que se preparaba para ser misionera en Japón, se topó con la tragedia.

Se encontraban conduciendo de Minneapolis a Colorado para la etapa final de su capacitación cuando un camionero distraído chocó contra la parte trasera del vehículo de la familia, matando a todos los tripulantes: Jamison y Kathryne Pals (ambos de 29 años), junto con sus tres hijos pequeños: Ezra (3), Violet (23 meses) y Calvin (2 meses). Todos murieron.

Nadie podía prever esta profunda pérdida.

Japón es uno de los países más desprovistos del evangelio en el planeta. Así que la razón por la que Dios se llevó a esta familia a casa, antes de enviarla al campo misionero, está más allá de lo que podemos entender. No tenía mucho sentido en ese momento, y sigue teniendo poco sentido para mí de este lado de la eternidad.

Una de las muchas interrogantes que surgen con este tipo de tragedias es: ¿Qué papel juega la predicción, si es que tiene alguno, en la vida cristiana? Las palabras del mismo Jamison Pals ayudan a plantear la pregunta.

Predicciones a nuestro alrededor

Nuestra cultura adora a los pronosticadores. Las tertulias deportivas son un 10 % de noticias, un 20 % de chismes y un 70 % de predicciones. Quién ganará, quién perderá, quién será eliminado o traspasado… las predicciones son interminables. En este mundo, los encargados de las apuestas en Las Vegas tienen seguridad laboral.

La política también se rige por las encuestas y las predicciones: posibles candidatos, proyectos de ley, elecciones y pronósticos electorales. Pocas cosas pueden avivar el alarmismo como las previsiones de un inminente desastre económico a menos que se apruebe (o derogue) la ley adecuada.

Las previsiones políticas hacen que los mercados bursátiles en todo el mundo bajen y suban. La elaboración de predicciones es la clave para hacer una fortuna en el comercio de materias primas y en el sector inmobiliario. La elaboración colectiva de predicciones es tan rápida en lugares como Wall Street y Silicon Valley, que las propias predicciones hacen realidad las finanzas e hinchan las burbujas de valoración.

Especular sobre nuestro futuro es la placa de Petri de la ansiedad y el miedo, y es probablemente una de las razones por las que Dios no nos ha llamado a caminar por predicción. Nos ha llamado a caminar por la fe.

Esferas del tiempo

Cuatro esferas del tiempo pueden guiar nuestra vida cotidiana:

1. Un pasado redentor.

2. El ahora de la oportunidad presente.

3. La especulación del futuro (cercano y lejano) para justificar la acción presente.

4. La esperanza en el regreso de Cristo y la nueva creación de todas las cosas.

El cristiano abraza la 1, la 2 y la 4. El mundo nada en la 3.

Pero cuando la adivinación se introduce en la vida cristiana, se producen extrañas distorsiones teológicas. Comenzamos a obedecer la voluntad revelada de Dios solo en la medida en que hemos estudiado todos los resultados predecibles y hemos adivinado el más probable.

Esta distorsión puede surgir en nuestros matrimonios. La esposa no está llamada a someterse a su esposo cuando piensa que su trayectoria apunta al resultado más plausible. Tampoco corresponde al esposo predecir el resultado más posible. La voluntad de Dios no es como tres puertas: el esposo predice una puerta que se abrirá, la esposa predice otra, y luego esperan a descubrir la voluntad de Dios por la puerta que finalmente se abre. No, la voluntad de Dios se encuentra en la obediencia diaria y en el caminar por la fe y confianza en él, no en la previsión de los resultados más favorables.

El ético Oliver O’Donovan explica por qué Dios nos oculta intencionalmente sus planes para nuestro futuro. «Si conociéramos la historia del futuro oculta en la presciencia de Dios, estaríamos más allá de la deliberación, más allá de la acción, incluso más allá de la preocupación. ‘El reino de Dios no viene con la observación’ (comp. Lc 17:20). Incluso del Hijo, a través del cual Dios actúa en la historia, se dice que el día y la hora no le son revelados. El precio del albedrío es conocer el futuro solo indirectamente, para poder aventurarnos en él como una posibilidad abierta. El futuro de la predicción, lúgubre por la ansiedad o boyante por la esperanza, debe ser mantenido a raya, para que podamos utilizar este momento del tiempo para hacer algo, aunque sea modesto, que valga la pena y sea responsable, algo que perdure ante el trono del juicio» (Self, World, and Time [El yo, el mundo y el tiempo], p. 17).

Planificadores y profetas

En este punto se plantean dos objeciones.

En primer lugar, ¿no nos llama Dios a planificar el futuro?

Sí, ciertamente debemos elaborar estrategias para el futuro. Pero podemos planificar sabiamente el futuro sin sentirnos obligados a predecirlo. Toda expectativa confiada sobre el mañana es vana ante los ojos de nuestro Dios soberano (Pr 27:1; Stg 4:13-15).

En segundo lugar, ¿no utiliza Dios a los profetas y apóstoles para hacer predicciones?

Sí, a veces los profetas y apóstoles hacen predicciones en las Escrituras (Jer 28:9; Jn 18:32; Hch 11:27-30; 2 P 3:1-7; Jud 17-23).

Entonces, la profecía predictiva debe formar parte de la vida cristiana, ¿no es así? Sí, y no. «La profecía predictiva existe, y a veces Dios la utiliza en beneficio de su pueblo», escribe Sam Storms. Por ejemplo, Agabo predijo una hambruna en Hechos 11:27-30. «¿Cómo, pues, debemos responder cuando alguien profetiza algún desastre público, político o natural? ¡Solo hay que esperar y ver si ocurre!» (Practicing the Power [Practicando el poder], p. 140-141).

Ni siquiera las profecías predictivas nos aprisionan a vivir bajo previsiones no confirmadas (comp. Jer 28:9).

Planificar, no suponer

Nadie podía predecir la trágica noticia sobre la familia Pals que recibimos hace un año, el 31 de julio. Tres meses antes, Jamison había informado de sus planes para las misiones en un artículo de su blog personal, una carta abierta a su esposa.

No sé cómo resultarán las cosas. Como esposo, siento la obligación de guiar a nuestra familia hacia la obediencia, sea cual sea el final, ya sea la vida o la muerte,  la incomodidad o la decepción. Está claro que el Señor Jesús no nos llama a una vida fácil, sin embargo, nos llama. Nos pide que tomemos nuestra cruz —como lo hizo él— para sufrir y morir. Tal vez nos esforcemos durante años para conseguir apoyo y nunca lleguemos al extranjero. Tal vez vayamos y «fracasemos» completamente como misioneros desde todas las perspectivas mundanas. Tal vez trabajemos durante décadas sin ningún fruto visible. O tal vez a través de la obediencia voluntaria, muchos pasarán de la muerte a la vida eterna […]. Puede que el Señor considere oportuno mantenernos aquí, pero si no lo hace, vayamos. Puede que nos cueste mucho, ¿pero lo querrías de otra manera? Todo lo que perdamos valdrá la pena si ganamos más de Cristo.

Independientemente de lo que deparara el futuro, y él no podía verlo, la prioridad para Jamison estaba profundamente asentada: «Siento la obligación de guiar a nuestra familia hacia la obediencia, sea cual sea el final»: la incomodidad, la decepción, la vida o la muerte.

Todos los posibles resultados predichos no impidieron la obediencia diaria para ser misioneros en Japón. Jamison y Kathryne no caminaron por las predicciones del futuro, sino por la obediencia diaria. El futuro quedó en manos de Dios. Y esa obediencia es más preciosa ahora, porque vemos que nunca comenzarían sus labores en el extranjero. Toda la capacitación no se hizo por vanidad, sino por una preciosa obediencia.

Hace ahora un año, la familia Pals terminó su carrera. Ganaron más de Cristo de una manera que nadie habría imaginado, y que nadie podría haber predicho. Jamison no era responsable de predecir el futuro de su familia. Ningún padre lo es. Él fue llamado a guiar a su familia en la obediencia diaria a la dirección de Dios. Nos deja a todos una lección que debemos estudiar con mucho cuidado, porque sospecho que este camino de obediencia ha perdurado ante el trono del juicio y será celebrado y relatado por toda la eternidad.

Tony Reinke

Tony Reinke

Tony Reinke es el escritor principal de Desiring God y autor de Competing Spectacles (2019), 12 Ways Your Phone Is Changing You (2017), John Newton on the Christian Life (2015), y Lit! A Christian Guide to Reading Books (2011). Es el anfitrión del podcast Ask Pastor John y vive en el Phoenix con su esposa y tres hijos.