Solo pensemos en lo que dice este versículo.
Dios los tocó. No una esposa, ni un hijo,
ni un padre, ni un consejero, sino Dios.
El Único en el universo con poder infinito;
el Único con autoridad infinita y sabiduría
infinita y amor infinito y bondad infinita y
pureza infinita y justicia infinita. Ese
Único Dios fue el que tocó los corazones.
¿Cómo hace la circunferencia de Júpiter para
tocar el borde de una molécula? Ni hablemos
de cómo haría para penetrar su núcleo.
El toque de Dios es impresionante por el hecho
de que es un toque. Es un contacto real. El
hecho de que afecte al corazón es asombroso;
que sea Dios quien lo toca es maravilloso; y
que se trate de un toque real es increíble.
A estos hombres valientes no solamente se les
habló. Ellos no solamente fueron movidos por
influencia divina. Ellos no solamente fueron
vistos y conocidos. Dios, con infinita
condescendencia, les tocó el corazón. Se acercó
a ellos hasta ese punto. Y no fueron consumidos.
Amo ese toque. Lo anhelo más y más, para mí mismo
y para todos ustedes. Ruego que Dios me toque
nuevamente para su gloria, oro para que nos
toque a todos nosotros.
¡Oh el toque de Dios! Si viene con fuego, que así
sea. Si viene con agua que así sea. Si trae
consigo viento, déjalo venir, Oh Dios. Si viene
con truenos y relámpagos, postrémonos ante él.
¡Oh Dios ven! Acércate más a nosotros. Quema y
empapa y sopla e impacta. O como susurro apacible,
ven. Ven directo hacia nosotros, toca nuestro corazón.
Encuentra más devocionales de John Piper en Español
en nuestro sitio web: