Dios obra a través de buenas resoluciones

Buscar el poder de Dios para cumplir nuestros
buenos propósitos no significa que no hayamos
hecho realmente una resolución o que de verdad
no estemos haciendo uso de la fuerza de
voluntad.

¡El compromiso del poder de Dios nunca toma el
lugar del compromiso de nuestra voluntad!
¡El poder de Dios en la santificación nunca nos
hace pasivos! El poder de Dios se involucra
debajo o detrás o dentro de nuestra voluntad,
no en lugar de nuestra voluntad.

La evidencia del poder de Dios en nuestra vida
no es la ausencia de nuestra voluntad sino la
fortaleza de nuestra voluntad.

Cualquiera que diga: «Bueno, yo creo en la
soberanía de Dios y por lo tanto solo me
quedaré sentado y no haré nada», realmente no
cree en la soberanía de Dios. ¿Por qué alguien
que cree en la soberanía de Dios lo
desobedecería tan abiertamente?

Cuando nos quedamos sentados y no hacemos nada,
no es que no estemos haciendo nada: estamos
activamente comprometiendo nuestra voluntad a
la decisión de quedarnos sentados. Y si esa es
la manera en que manejamos el pecado o la
tentación en nuestra vida, estamos
desobedeciendo abiertamente, porque estamos
llamados a pelear una buena batalla
(1 Timoteo 1:18) y a resistir al diablo
(Santiago 4:7) y a buscar la santidad
(Hebreos 12:14).

Este versículo dice que es por el poder de Dios
que cumpliremos nuestros buenos propósitos y
nuestras obras de fe. Sin embargo, esto no anula
el significado de la palabra propósito y de la
palabra obra. Parte de todo el proceso de tener
un caminar digno del llamamiento de Dios es el
compromiso activo de nuestra voluntad en la
determinación de obrar con rectitud.

Si tenemos pecados que persisten en nuestra vida,
o si continuamos siendo negligentes en hacer
buenas obras simplemente porque hemos estado
esperando a ser rescatados sin pelear ninguna
batalla, estamos agravando nuestra desobediencia.
Dios nunca aparecerá con poder en nuestra voluntad
en ninguna otra forma que no sea la de una buena
resolución que hayamos hecho y mantenido.

Así que las personas que creen en la soberanía de
Dios no deben tener miedo de comprometer su
voluntad en la lucha por la santidad. «Esforzaos
por entrar por la puerta estrecha, porque os
digo que muchos tratarán de entrar y no podrán»
(Lucas 13:24).

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