Dios demuestra su amor

Observe que el verbo demuestra está en tiempo
presente y murió está en tiempo pasado.
El uso del tiempo presente implica que esta
demostración es un acto continuo que sigue
sucediendo en el presente del día de hoy y
seguirá sucediendo en el presente del día de
mañana.

El uso del tiempo pasado en el verbo murió
implica que la muerte de Cristo sucedió una vez y
para siempre, de modo que no volverá a suceder.
«Cristo murió por los pecados una sola vez, el
justo por los injustos, para llevarnos a Dios»
(1 Pedro 3:18).

¿Por qué Pablo usa el tiempo presente
(«Dios demuestra»)? Uno esperaría que Pablo dijera
«Dios demostró (en tiempo pasado) su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros». ¿O acaso no fue la muerte de
Cristo la demostración del amor de Dios?
¿No fue esa demostración en el pasado?

Creo que la clave se encuentra unos versículos
antes. Pablo acababa de decir que «la tribulación
produce paciencia; y la paciencia, carácter probado;
y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no
desilusiona» (vv. 3-5).

En otras palabras, el objetivo de todas las
circunstancias por las que Dios nos hace atravesar
es la esperanza. Quiere que sintamos una esperanza
inamovible en tiempos de tribulación.

¿Cómo podemos lograrlo?
Pablo responde en la línea siguiente: «porque el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
medio del Espíritu Santo que nos fue dado» (v. 5).
El amor de Dios «ha sido derramado en nuestros
corazones». El tiempo verbal indica que el amor de Dios
fue derramado en nuestros corazones en el pasado
(en el momento de nuestra conversión) y que todavía
está presente y activo.

Dios demostró su amor por nosotros al entregar a su
propio Hijo para que muriera una vez y para siempre en
el pasado por nuestros pecados (v. 8). No obstante, él
también sabe que necesitamos experimentar este amor
pasado como una realidad presente (hoy y mañana) para
tener paciencia, un carácter probado y esperanza.

Por consiguiente, no solo lo demostró en el Calvario;
lo sigue demostrando ahora mismo mediante el Espíritu.
Lo hace abriendo los ojos de nuestro corazón para que
«saboreemos y veamos» la gloria de la cruz y la
garantía que ésta nos da de que nada nos podrá separar
del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Romanos 8:39).

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