Es posible buscar a Dios sin glorificarlo.
Si queremos que nuestra búsqueda honre a Dios,
debemos buscarlo por el gozo de la comunión
con él.
Tomemos a modo de ejemplo el día de reposo.
El Señor reprende a su pueblo por buscar su
propio placer en el día santo del Señor.
¿Qué quiere decir esta reprensión? Quiere decir
que su pueblo se deleitaba en sus propios
asuntos y no en la belleza de su Dios.
Él no reprende el hedonismo, sino lo pobre de
su hedonismo. Se conformaron con los intereses
seculares y por eso los honraron más que a Dios.
Notemos que llamar al día de reposo «delicia»
equivale a llamar al día santo del Señor
«honorable». Simplemente, esto significa que
honramos a aquello que es nuestra delicia, o
dicho de otro modo, que glorificamos a aquello
en lo que nos deleitamos.
El deleite en Dios y la glorificación de Dios
son una misma cosa. Su propósito eterno y
nuestro placer eterno van de la mano.
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