Cuidado con el servicio a Dios

No glorificamos a Dios proveyendo para sus necesidades,
sino orando para que él provea para las nuestras, y
confiando en que él responderá.

Este es el centro de las buenas nuevas del hedonismo
cristiano. La insistencia de Dios en que le pidamos
ayuda para que él reciba gloria (Salmo 50:15) nos obliga
al sorprendente hecho de tener cuidado de servir a Dios
y especialmente dejando que él nos sirva, no sea que le
estemos robando la gloria.

Esto suena muy extraño. Muchos de nosotros
pensamos que servir a Dios es algo totalmente
positivo, y no hemos considerado que nuestro
servicio a Dios pueda ser un insulto hacia él.
Sin embargo, al meditar en el significado de la
oración, debemos tener esto en cuenta.
Hechos 17:24-25 lo deja en claro.

Es el mismo razonamiento acerca de la oración del
texto de Robinson Crusoe: «Si yo tuviera hambre,
te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo
que en él hay… invócame en el día de la angustia;
yo te libraré, y tú me honrarás» (Salmo 50:12, 15).

Evidentemente, hay una forma de servir a Dios que lo
disminuye, como si estuviera necesitado de nuestro
servicio. «El Hijo del Hombre no vino para ser servido»
dice Marcos 10:45. Él desea ser el siervo.
Él busca recibir la gloria por ser el Dador.

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