Complacido con sus preceptos

¿Cómo obra en nosotros el nuevo nacimiento para
que los mandamientos de Dios se vuelvan un
placer en lugar de una carga?

El apóstol Juan dice: «Esta es la victoria que
ha vencido al mundo: nuestra fe» (1 Juan 5:4).
En otras palabras, el nuevo nacimiento nos
capacita para sobreponernos al peso que los
mandamientos de Dios ejercen sobre el hombre
natural al engendrar fe. Esto queda confirmado
en 1 Juan 5:1, que dice, literalmente:
«Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es
nacido de Dios».

La fe es la evidencia de que hemos nacido de Dios.
No podemos nacer de nuevo por nuestra propia
decisión de creer. Dios nos da la voluntad de
creer haciéndonos nacer de nuevo. Como dice Pedro
en su primera carta, Dios «nos ha hecho nacer de
nuevo a una esperanza viva» (1 Pedro 1:3). Nuestra
esperanza viva, o fe en la gracia venidera, es la
obra de Dios en nosotros mediante el nuevo
nacimiento.

Por lo tanto, cuando Juan dice que «todo lo que es
nacido de Dios vence al mundo» y luego añade que
«esta es la victoria que ha vencido al mundo:
nuestra fe», interpreto que lo que quiere decir es
que Dios nos capacita, mediante el nuevo nacimiento,
para vencer al mundo, es decir, para vencer a
nuestra poca disposición en la carne para cumplir
los mandamientos de Dios. El nuevo nacimiento produce
este efecto al generar fe, lo que evidentemente
implica una disposición a ser complacidos, en lugar
de desalentados, por los mandamientos de Dios.

Por consiguiente, la fe es lo que vence nuestra
hostilidad innata hacia Dios y su voluntad, y nos
hace libres para guardar sus mandamientos y decir
junto al salmista: «Me deleito en hacer tu voluntad,
Dios mío » (Salmos 40:8).

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