Hace un par de años, las redes sociales se rebelaron contra la etiqueta #blessed [bendecido].
A menudo parecía emplearse para presumir vacaciones caras o logros impresionantes bajo el disfraz de humildad. Pero las tiendas de decoración del hogar no parecen haber captado el mensaje. Tienen estanterías con todo tipo de señales y accesorios para que podamos declarar al mundo (o al menos a cualquiera que entre en nuestras casas) que somos realmente «bendecidos».
¿Pero qué queremos decir cuando declaramos que somos bendecidos? ¿Es una expresión de gratitud por las cosas que tenemos, la salud que disfrutamos, o la gente que amamos? ¿Estas cosas son realmente el centro de lo que significa ser bendecido?
La fuente de la bendición
Desde el primer capítulo hasta el último, la historia de la Biblia es una bendición (bendición pronunciada, bendición prometida, bendición anticipada y bendición experimentada). Comenzamos a tener una idea de lo que realmente significa ser bendecido en Números 6:22-27:
Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
Estas palabras no fueron dadas a los sacerdotes de Israel para que las usaran para pedirle a Dios su bendición, dejándolos con la duda de si Dios la daría o no. Más bien, Dios tomó la iniciativa de asegurar a su pueblo su intención de bendecirlos. Parecía querer dejar en claro que tenía la intención de involucrarse personalmente en sus vidas como la fuente de toda la bondad que disfrutarían.
Así que lo primero que aprendemos de esta bendición es que Dios es la fuente de toda bendición en nuestras vidas. Él nos bendice manteniéndonos seguros, extendiendo su gracia e inundando nuestras vidas con su sanidad y plenitud. Él está totalmente comprometido, totalmente determinado, y es totalmente capaz de llenar nuestras vidas con la seguridad, la gracia y la paz que todos anhelamos.
La sustancia de la bendición
Pero él es más que la fuente de la bendición; Dios es también la sustancia de la bendición. Experimentar la bendición de Dios no es simplemente obtener cosas buenas de Dios. La esencia de la bendición es obtener más de Dios. Es mirar hacia arriba para ver el afecto y la aprobación que irradia su rostro. Ser bendecido es estar seguro de que Dios no nos ha ignorado ni nos abandonará nunca.
Dado que Dios mismo es la sustancia de la bendición, cada vez que le pedimos que nos bendiga, estamos esencialmente invitándolo a impregnar todos los aspectos ordinarios de nuestras vidas. Cuando le pedimos que bendiga nuestros planes, lo invitamos a participar en ellos, incluso a interrumpirlos o cambiarlos, creyendo que sus planes son siempre mejores que los nuestros. Al pedirle su bendición estamos confesando que el resultado de nuestras vidas no será la suma de nuestros grandes esfuerzos o logros. En cambio, todo lo bueno que surja de nuestras vidas será el resultado de su presencia soberana en ella.
Bendecido incluso en los peores momentos
Si realmente creemos que Dios es la sustancia de la bendición, no confesaremos que somos bendecidos solo en las circunstancias que parecen buenas. En cambio, cuando los tiempos son difíciles, e incluso cuando nos ocurren las peores cosas que podemos imaginar, podremos decir que somos bendecidos.
Debemos considerarnos bendecidos, y decirlo en serio, porque estamos experimentando la presencia de Dios con nosotros y en nosotros, incluso en formas que apenas conocíamos cuando la vida parecía fácil. Porque sabemos que el Señor nos guarda y es misericordioso con nosotros, nuestra sensación de seguridad y paz no estará tan ligada a nuestras circunstancias. En nuestro anhelo de él durante los tiempos difíciles, seremos increíblemente bendecidos por un mayor sentido de su compañía y consuelo.
La razón por la que Dios puede bendecirnos
Entonces, ¿cómo es que Dios puede ser tan bueno con nosotros? ¿Sobre qué base puede Dios bendecirnos tan generosamente?
Tú y yo podemos anticipar ser bañados con la bendición de Dios solo porque Jesús experimentó la medida completa de la maldición de Dios en nuestro lugar. A Cristo se le dio lo que merecemos para que nosotros pudiéramos recibir lo que Cristo merece. Puede parecer «demasiado bueno para ser verdad», pero este es el evangelio.
Podemos estar seguros de que el Señor nos guardará y protegerá porque Cristo no fue protegido. Podemos deleitarnos en tener el favor del Señor solo porque apartó su favor de su propio Hijo mientras colgaba de la cruz. Podemos estar seguros de que el Señor levantará su rostro sobre nosotros solo porque cuando nos mira, nos ve vestidos con la justicia de Cristo. Él es capaz de concedernos su paz solo porque su ira se agotó en otro.
Ser bendecido es estar unido a Cristo con tanta seguridad que tenemos un sentido cada vez mayor de que estamos siendo guardados por y para Dios. Debido a que somos receptores de una gracia abundante, podemos ser honestos con Dios y otras personas sobre nuestro pecado. Debido a que el Señor nos da la paz, podemos enfrentar el futuro confiando en que no hay ahora ninguna condenación para nosotros porque estamos en Cristo Jesús (Ro. 8:1). Podemos gritarlo para que el mundo lo escuche, publicarlo para que lo lean las redes sociales y clavarlo en cada pared de nuestro hogar: somos verdadera, profunda y eternamente bendecidos en Cristo.