Los demonios descubrieron un misterio aquí.
Se dieron cuenta de que no tenían ninguna
esperanza. Ellos sabían que el Hijo de Dios
tendría la victoria, pero hasta entonces no
sabían que Cristo vendría antes del tiempo de
la victoria final.
Cristo no va a esperar a que la bomba atómica
caiga para terminar con la guerra.
Él ha empezado a dirigir fuerzas subversivas al
territorio de Satanás. Ha entrenado a un
«escuadrón» para hacer audaces operaciones de
rescate. Cristo ha tramado muchas victorias
tácticas antes de la estratégica victoria final.
El resultado de la mentalidad de tiempos de guerra
es el siguiente: ya que la ruina de Satanás es
segura y él lo sabe nosotros siempre podemos
hacerle recordar esto cuando nos tiente a seguirlo.
Podemos reírnos y decir: «Perdiste la cabeza.
¡¿Quién quiere unirse a las fuerzas de
un perdedor?!».
La iglesia es el enemigo liberado del «dios de
este mundo». Nosotros somos las guerrillas y los
latosos. Somos la insurgencia en el reino rebelde
del «príncipe del poder del aire».
No se está a salvo, pero es emocionante. Muchas
vidas se pierden. Las fuerzas de Satanás están
constantemente vigilando nuestra actividad
subversiva. Cristo ha asegurado la resurrección
para todos aquellos que peleen hasta la muerte,
pero no ha asegurado comodidad, ni la aceptación
del mundo, ni prosperidad en territorio enemigo.
Muchos con gusto han dado su vida tras las filas,
haciendo mandados para el Comandante. No puedo
imaginar una mejor manera de vivir… ¡o de morir!
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