¿Qué tienes en la lista de cosas que querrías hacer antes de morir? En la película de 2007 Ahora o nunca, Morgan Freeman y Jack Nicholson interpretan a dos personas muy diferentes que se unen a través de su tratamiento contra el cáncer. Juntos se proponen tachar tantos puntos como puedan de su lista de cosas por hacer antes de morir.
Pues bien, ¿qué hay en tu lista? ¿Nadar con delfines? ¿Visitar las cataratas del Niágara? ¿Ver la Mona Lisa? ¿Aprender a tocar el violín? ¿Caminar por la Gran Muralla China? ¿Darle la mano al presidente?
Incluso si no tienes una lista oficial de cosas que quieras hacer, muchos de nosotros tenemos expectativas de lo que seremos capaces de lograr antes de morir: tener nuestra propia casa, o enamorarnos, o cambiar el trabajo que tenemos por uno que nos apasione. Todo esto lo guardamos en una especie de lista que albergamos en la mente, como de fondo a todo lo que hacemos. ¿Intentas, consciente o inconscientemente, ir completando tu lista?
La tiranía de la lista de cosas pendientes
Hay una cierta tiranía inherente a esa lista de cosas por hacer. En cuanto se añade algo nuevo a la lista, surge la presión de encontrar la manera de tacharlo. O cuando alguien te dice cosas como: «De verdad, tienes que hacer rafting en el Gran Cañón».
«¿Tengo que hacerlo? Tal vez debería. Tal vez me estoy perdiendo algo que merece mucho la pena. ¿Qué clase de vida tengo cuando ni siquiera he hecho rafting en el Gran Cañón? Mi vida está tan vacía…».
Pero el evangelio nos libera de la tiranía de la lista de metas por cumplir.
Una vez vi un documental sobre la naturaleza de la zona interior de China. Y el paisaje era impresionante. Una vista en particular me cautivó: un impresionante desfiladero muy profundo con una vegetación exuberante que se aferraba a las laderas de los acantilados. Así que, naturalmente, pensé en lo increíble que sería visitarlo. Quería verlo por mí mismo.
Pero entonces empecé a pensar en lo que podría implicar. Necesitaría ahorrar mucho dinero. No sería lo mismo si lo hacía uniéndome a un viaje organizado. No querría subirme a un minibús, echar una foto y luego irme. Así que tendría que planear cómo llegar hasta allí por mi cuenta. ¿Y qué hay del idioma? ¿Necesitaría un visado? Enseguida me empezó a parecer un proyecto enorme.
Y entonces se me ocurrió que podía esperar y verlo en la nueva creación. No tenía ni el tiempo ni los recursos para hacer el viaje en esta vida, pero podría hacerlo en la siguiente vida. Habrá mucho tiempo en la eternidad.
Es un pensamiento liberador. No tengo que experimentar todo en esta vida porque tengo una próxima vida, la vida eterna. Si me comprometo a servir a Dios donde me encuentre ahora, haciendo sacrificios por el camino, no me voy a perder nada. Nadie que haya servido fielmente a Cristo en esta vida llegará a la nueva creación lamentando haberlo hecho.
La liberación de toda la creación
Pablo dice que un día «la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Ro 8:21). Dios no va a tirar a la basura este mundo y reemplazarlo por otro. No va a dejar que Satanás tenga la última palabra en esta tierra. Y mucho menos vamos a estar revoloteando por las nubes. En Apocalipsis 21:1-2, el cielo viene a la tierra y todas las cosas son hechas nuevas.
No sé si las cataratas del Niágara seguirán existiendo en la nueva creación. Creo que podría ser, pero no lo sé. No sé si estará mi desfiladero chino. No sé si podré nadar con delfines, ver la Mona Lisa, tocar el violín o caminar por la Gran Muralla china. Pero confío en que no me voy a sentir decepcionado.
Cuando Jesús, que es la Sabiduría personificada, describe la creación del mundo dice:
Con él estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en día,
Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.Me regocijo en la parte habitable de su tierra;
Y mis delicias son con los hijos de los hombres.(Pr 8:30-31).
Y esta será nuestra experiencia en la nueva creación del mundo. Estaremos llenos de alegría día tras día. Y ni siquiera hemos empezado a hablar del aspecto central de la nueva creación: la gloria de Dios en Cristo.
Así que no te dejes intimidar por la lista de objetivos pendientes de nadie. Deja de lado las cosas que te distraigan de servir a Cristo.
Una lista simple, un yugo fácil
De hecho, esta es mi sugerencia: ¿Por qué no crear una lista de «cosas que no tienes por qué hacer»? Una lista de todo lo que puede caerse de tu lista de cosas pendientes. Identifica aquello que sientes la presión de hacer, pero que en realidad no tienes que hacer.
¿Siempre has deseado poder ver las pirámides? Ponlo en tu lista de cosas que no tienes por qué hacer. Ya no necesitas ahorrar ni planear un viaje complicado. ¡Ya verás lo liberador que es! ¿Siempre has tenido la sensación de que debías aprender un instrumento musical? Olvídalo. ¿Te sientes inferior porque sigues alquilando en lugar de tener una vivienda en propiedad? Ponlo en esa lista de cosas que no tienes por qué lograr. Y luego sigue con tu vida. Tenemos mucho más ahora que Dios nos ha llamado a otro lugar.
Aquí están algunas de las cosas de mi lista.
- Visitar China.
- Aprender a hablar francés.
- Leer Guerra y Paz.
- Ver El ala oeste de la Casa Blanca.
- Ir a esquiar.
Por supuesto que no hay nada malo en ninguna de estas cosas. Si tienes la afición de esquiar, pues haces bien. Lo mismo si eres un fan de El ala oeste. O de Tolstoi. El ocio, la cultura, el aprendizaje, los viajes… todas estas cosas son generosos regalos de nuestro Padre celestial. Y pasar tiempo relajado es una forma importante de reconocer que somos personas finitas que necesitan descansar, así como personas justificadas que no necesitan demostrar cuánto valen.
La cuestión es que no necesito experimentarlo todo ahora. No necesito que me distraigan de servir a Cristo. No necesito preocuparme por todas esas cosas que me estoy perdiendo. No me estoy perdiendo nada. Nadie que tenga a Cristo se pierde nada.
Vernos liberados de la lista de nuestras propias expectativas es verdadera libertad. Necesitamos asegurarnos de que tenemos tiempo para la lista de cosas por hacer que realmente importa. El evangelio nos ofrece esto. Y, gracias al Señor, la lista de nuestros deberes en el evangelio no tiene mil líneas. Es misericordiosamente corta; consta solo de dos puntos. Pero estos dos sencillos puntos son a lo que realmente necesitamos dedicar nuestro tiempo antes de morir: 1. Amar a Dios. 2. Amar a los demás.
Tim Chester es el pastor de la Iglesia de la Gracia de Boroughbridge en Inglaterra y un miembro de la facultad de Crosslands Training.