Decenas de veces las Escrituras dicen
que Dios hace cosas «en honor a su
nombre». Pero si nos preguntamos qué
es lo que realmente mueve el corazón
de Dios en esa declaración (y en muchas
otras similares), la respuesta es que
Dios se deleita en que su nombre sea
conocido.
La primera oración, y la más importante
que puede decirse, es: «santificado sea
tu nombre». Es una oración a Dios para
que él haga que las personas santifiquen
su nombre.
Dios ama el hecho de que más y más personas
«santifiquen» su nombre, y por eso su Hijo
enseña a los cristianos a decir sus
oraciones en línea con la gran pasión del
Padre.
«Señor, haz que cada vez más personas
santifiquen tu nombre», es decir, que lo
estimen, lo admiren, lo respeten, lo honren,
lo alaben, y se deleiten en su nombre.
Es básicamente una oración misionera.
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