Pocas son las cosas que me han fascinado con
mayor gozo que la verdad de que Dios ama
mostrar su divinidad obrando a mi favor, y
de que esta obra siempre ocurre antes de lo
que yo pueda hacer por él, y está detrás de
cada una de mis obras para él y en cada una
de ellas.
En una primera instancia, decir que Dios
trabaja para nosotros puede sonar arrogante
de nuestra parte y denigrante hacia Dios.
Sin embargo, esto se debe tan solo a la
posible connotación de que yo soy un
empleador y Dios busca trabajo. Esa no es
la connotación de los pasajes bíblicos que
dicen que Dios trabaja para nosotros.
Un ejemplo es el de Isaías 64:4
«un Dios… que obra a favor del que espera
en Él».
La connotación correcta al decir que Dios
trabaja para mí es que yo estoy en
bancarrota y necesito un rescate. Soy débil
y necesito de alguien fuerte. Estoy en
peligro y necesito de alguien que me proteja.
Soy necio y necesito de alguien sabio.
Estoy perdido y necesito un Salvador.
Que Dios obra a mi favor significa que yo
mismo no puedo hacer la obra.
Y esto lo glorifica a él, no a mí.
El Dador se lleva la gloria. El Poderoso
recibe la alabanza.
Leamos las Escrituras y seamos libres del
peso de nuestra carga. Dejemos que él haga
la obra.
«Desde la antigüedad no habían escuchado ni
dado oídos, ni el ojo había visto a un Dios
fuera de ti que obrara a favor del que
esperaba en Él» (Isaías 64:4).
«Dios no es servido por manos humanas, como
si necesitara de algo, puesto que Él da a
todos vida y aliento y todas las cosas»
(Hechos 17:25).
«Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para
ser servido, sino para servir, y para dar
su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).
«Porque los ojos del Señor recorren toda la
tierra para fortalecer a aquellos cuyo
corazón es completamente suyo»
(2 Crónicas 16:9).
«Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti…
invócame en el día de la angustia; yo te
libraré, y tú me honrarás» (Salmos 50:12, 15).
«Hasta vuestros años avanzados, yo os sostendré.
Yo lo he hecho, y yo os cargaré; yo os
sostendré, y yo os libraré» (Isaías 46:4).
«He trabajado mucho más que todos ellos, aunque
no yo, sino la gracia de Dios en mí»
(1 Corintios 15:10).
«Si el Señor no edifica la casa, en vano
trabajan los que la edifican» (Salmos 127:1).
«El que sirve, que lo haga por la fortaleza que
Dios da, para que en todo Dios sea glorificado»
(1 Pedro 4:11).
«Ocupaos de vuestra salvación con temor y
temblor; porque Dios es quien obra en vosotros
tanto el querer como el hacer»
(Filipenses 2:12-13)
«Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el
crecimiento» (1 Corintios 3:6-7).
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