No hay desvío hacia el Calvario

Podríamos pensar que si Dios gobierna el mundo
hasta el punto de usar el censo de todo un
imperio para llevar a María y a José a Belén,
entonces sin duda podría haberlos provisto de
una habitación en el mesón.

Sí, podría haberlo hecho. También Jesús podría
haber nacido en una familia rica. Podría haber
convertido la piedra en pan en el desierto.
Podría haber llamado a una legión de diez mil
ángeles para que lo ayudaran en Getsemaní.
Podría haber bajado de la cruz para salvarse a
sí mismo. La cuestión no es qué podría haber
hecho Dios, sino qué quiso hacer.

La voluntad de Dios era que, aunque Jesús era
rico, por nosotros se volviera pobre.
Los carteles de «sin habitación disponible» de
las posadas de Belén fueron por nosotros.
«Por amor a vosotros se hizo pobre»
(2 Corintios 8:9).

Dios gobierna todas las cosas, incluso la
capacidad de los hoteles, por amor a sus hijos.
El camino al Calvario empezó con un cartel de
«sin habitación disponible» en Belén y terminó
con las escupidas y burlas de la cruz en
Jerusalén.

Y no debemos olvidar sus palabras:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, y tome su cruz».

Vamos junto a él por el camino del Calvario y
lo oímos decir: «Acordaos de la palabra que yo
os dije: “Un siervo no es mayor que su señor”.
Si me persiguieron a mí, también os perseguirán
a vosotros» (Juan 15:20).

Al que clama con entusiasmo: «¡Te seguiré
adondequiera que vayas!», Jesús le responde:
«Las zorras tienen madrigueras y las aves del
cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene
dónde recostar la cabeza».

Sí, Dios podría haber provisto a Jesús de una
habitación en el momento de su nacimiento.
Pero eso hubiera sido un desvío del camino
hacia el Calvario.

Encuentra más devocionales de John Piper en Español
en nuestro sitio web: