Esta es la razón por la cual tendemos a
desesperarnos pensando que quizá tengamos
que sobrellevar las cargas de mañana con
los recursos del día de hoy. Dios quiere
que sepamos que esto no sucederá. La
misericordia de hoy es para los problemas
de hoy. La misericordia de mañana es para
los problemas de mañana.
A veces nos preguntamos si contaremos con
la misericordia para mantenernos en pie en
medio de terribles pruebas. La respuesta
es sí, nos será dada. Pedro dice: «Si sois
vituperados por el nombre de Cristo,
dichosos sois, pues el Espíritu de gloria
y de Dios reposa sobre vosotros»
(1 Pedro 4:14)
Cuando las adversidades llegan, el
Espíritu de gloria viene. Es lo que sucedió
con Esteban en el momento en que fue
apedreado. Lo mismo nos sucederá. Cuando
necesitemos el Espíritu y la gloria, estos
estarán presentes.
Israel recibía el maná en el desierto un
día a la vez. No se podía guardar para el
día siguiente. Esa es la forma en que debemos
depender de la misericordia de Dios. No se
recibe hoy la fuerza para sobrellevar las
cargas de mañana. Se recibe misericordia hoy
para los problemas de hoy.
Mañana las misericordias serán nuevas. «Fiel
es Dios, por medio de quien fuisteis llamados
a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor
nuestro» (1 Corintios 1:9).
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