Yo habría esperado que Pablo intercambiara los
lugares de Señor y Cristo.
Él relaciona nuestra liberación con el hecho de
que Jesús sea nuestro Amo y Señor («liberto es
del Señor»), y relaciona nuestra esclavitud con
Jesús como nuestro Mesías («esclavo es de Cristo»).
Pero en realidad el Mesías vino a liberar a su
pueblo de sus captores, y los amos toman el
control de la vida de la gente que liberan.
¿Por qué lo dice de esta manera? Una sugerencia:
el intercambio tiene dos efectos en nuestra
nueva libertad y dos efectos en nuestra nueva
esclavitud.
Al llamarnos «libertos del Señor», él asegura y
limita nuestra nueva libertad:
1. Su señorío es por encima del de todos los otros
señores, por lo que nuestra liberación no es
disputada está segura.
2. Al ser liberados de los otros señores no nos
liberamos de él. Nuestra libertad es
misericordiosamente limitada.
Al llamarnos «esclavos de Cristo», él suaviza y
endulza nuestra esclavitud:
1. El Mesías reclama a los que son suyos desde los
confines del cautiverio a espacios amplios de paz:
«el aumento de su soberanía y de la paz no tendrán
fin» (Isaías 9:7).
2. Y él los hace suyos para darles el gozo más
dulce: «
con miel de la peña te saciaría».
(Salmos 81:16). Y esa peña o Roca es Cristo.
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