La primera marca de un corazón recto es que
tiembla ante la Palabra del Señor.
Isaías 66 lidia con el problema de que
algunas personas adoran a Dios de una manera
que a él le agrada y que otras lo adoran de
una manera que no le agrada.
El versículo siguiente describe al malo que
le presenta sacrificios: «El que mata un
buey escomo el que mata a un hombre, el que
sacrifica un cordero como el que desnuca un
perro». Sus sacrificios son abominación a
Dios: van a la par con un asesinato.
¿Por qué?
En el versículo 4 Dios explica: «Porque llamé,
mas nadie respondió, hablé, mas no
escucharon». Sus sacrificios eran abominación
a Dios porque el pueblo no prestaba oídos a
su voz. Pero ¿qué hay de aquellos cuyas
oraciones Dios escuchaba? Dios dice en el
versículo 2: «Pero a éste miraré: al que es
humilde y contrito de espíritu, y que tiembla
ante mi palabra».
Por consiguiente, concluyo que la primera
marca de los justos, cuyas oraciones son una
delicia para Dios, es que tiemblan ante la
Palabra de Dios. Esas son las personas a
quienes el Señor mirará.
Por lo tanto, la oración del recto que agrada
a Dios viene de un corazón que en un principio
se siente frágil en la presencia de Dios.
Tiembla al oír la Palabra de Dios, porque se
siente tan lejos del ideal de Dios, tan
vulnerable a su juicio, tan indefenso y
arrepentido por sus fallas.
Eso es justamente lo que dijo David en
Salmos 51:17: «Los sacrificios de Dios son el
espíritu contrito; al corazón contrito y
humillado, oh Dios, no despreciarás».
Lo primero en la oración aceptable delante de
Dios es el quebranto y la humillación de la
persona que ora.
Encuentra más devocionales de John Piper en Español
en nuestro sitio web: