Jesús se relaciona con Dios del mismo modo
que el resplandor se relaciona con la gloria,
o del modo que los rayos de luz solar se
relacionan con el sol.
Recuerde que todas las analogías entre Dios
y la naturaleza son imperfectas y que pueden
generar distorsiones si se las lleva muy
lejos. No obstante, podemos considerar
algunos paralelismos:
No hay momento en que el sol no emita rayos
de luz. No se pueden separar uno del otro.
El resplandor es eterno junto con la gloria.
Cristo es eterno junto con Dios el Padre.
El resplandor es la irradiación de la gloria.
No es en esencia distinto de la gloria.
Cristo es Dios en una posición separada pero
no esencialmente distinta del Padre.
Por ello, el resplandor es engendrado
eternamente, por así decirlo, por la gloria;
no es creado ni hecho. Si usted expone a la luz
del sol una calculadora que se activa con
energía solar, aparecen números en la pantalla
digital. Podría decirse que estos números son
creados o hechos por el sol, pero no son lo
mismo que el sol. Contrariamente, los rayos del
sol son una extensión del sol.
Cristo es eternamente engendrado del Padre, no
hecho ni creado por él.
Percibimos el sol mediante la visión de los
rayos del sol. Del mismo modo, vemos a Dios el
Padre al ver a Cristo. Los rayos del sol llegan
aquí unos ocho segundos después de que parten
desde el sol, y la esfera de fuego que vemos en
el cielo es la imagen, es decir, la
representación exacta, del sol; no porque sea
una pintura del sol, sino porque el sol está
irradiando su resplandor.
Por eso, lo animo a confiar en esta gran Persona,
a amarlo y a adorarlo. Él está vivo, está sentado
a la diestra de Dios con todo poder y autoridad,
y un día vendrá en gran gloria. Él tiene esa
posición de exaltación porque él mismo es Dios
el Hijo.
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