Hay una santidad práctica sin la cual no veremos
al Señor. Muchos viven como si esto no
fuera cierto.
Hay cristianos profesantes que viven vidas tan
contrarias a la santidad, que un día escucharán
las terribles palabras de Jesús: «Nunca os
conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad»
(Mateo 7:23). Pablo le dice a creyentes
profesantes: «si viví?s conforme a la carne,
moriréis» (Romanos 8:13).
Así que hay una santidad sin la cual nadie
verá al Señor. Aprender a luchar por esa
santidad mediante la fe en la gracia venidera
es sumamente importante.
Existe otra manera de buscar la santidad que
resulta contraproducente y nos conduce a la
muerte. Los apóstoles nos advierten que no
sirvamos a Dios de ninguna otra manera que no
sea por fe en la gracia de Dios,
que nos capacita.
Por ejemplo, Pedro dice: «el que sirve, que lo
haga por la fortaleza que Dios da, para que en
todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo»
(1 Pedro 4:11). Y Pablo dice: «no me atreveré
a hablar de nada sino de lo que Cristo ha
hecho por medio de mí?»
(Romanos 15:18; ver también 1 Corintios 15:10).
Momento tras momento, la gracia llega a
capacitarnos para llevar a cabo «toda buena
obra» que Dios nos asigne. «Y Dios puede hacer
que toda gracia abunde para vosotros, a fin de
que teniendo siempre todo lo suficiente en
todas las cosas, abundéis para toda buena obra»
(2 Corintios 9:8).
La batalla por las buenas obras es la lucha
para creer en esta gracia venidera.
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