«El que aborrece su vida en este mundo, la
conservará para vida eterna»: ¿Qué significa?
Significa, al menos, que no necesitamos
preocuparnos demasiado por nuestra vida terrenal.
En otras palabras, lo que nos suceda en este
mundo simplemente no tiene mucha importancia.
Si los demás hablan bien de nosotros, no tiene
mucha importancia.
Si nos odian, no tiene mucha importancia.
Si tenemos muchos bienes, no tiene mucha
importancia.
Si tenemos pocos bienes, no tiene mucha
importancia.
Si nos persiguen o calumnian, no tiene mucha
importancia.
Si tenemos fama o si pocos nos conocen, no
tiene mucha importancia.
Si estamos muertos, nada de esto tiene mucha
importancia.
Significa algo mucho más radical. Hay decisiones
que se deben tomar y que no son meramente
experiencias pasivas. Jesús agrega:
«Si alguno me sirve, sígame». ¿Adónde? Hacia
Getsemaní y hasta la cruz.
Jesús no solo dice: «Si las cosas van mal, no hay
que preocuparse, debido a que ya estamos muertos
de todos modos». Lo que él dice es: «Elijan morir
conmigo. Elijan aborrecer la vida en este mundo
del mismo modo en que yo elegí la cruz».
A esto se refería Jesús cuando declaró: «Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame» (Mateo 16:24). Él nos
llama a elegir la cruz. Las personas solo hacían
una cosa en la cruz: morir. «Tome su cruz»
significa que, como el grano de trigo,
«cae en la tierra y muere». Escojamos eso.
¿Por qué lo haríamos? Por un compromiso radical con
el ministerio. «No estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el
ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios»
(Hechos 20:24). Creo escuchar a Pablo decir:
«No importa lo que me pueda suceder, si tan solo
puedo vivir para la gloria de su gracia».
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