No hagamos del Hijo de Dios más que el Mediador
que él es.
Jesús dice: «no os digo que yo rogaré al Padre
por vosotros». En otras palabras, no me voy a
meter entre ustedes y el Padre, como si
ustedes no pudieran ir a él directamente.
¿Por qué? «Pues el Padre mismo os ama.»
Esto es extraordinario. Jesús nos advierte que
no pensemos que el Dios Todopoderoso no está
dispuesto a recibirnos en su presencia
directamente. Al decir «directamente» me refiero
a lo que Jesús se refería cuando dijo:
«No voy a llevar el pedido de ustedes a Dios.
Ustedes pueden hacerlo directamente. Él los ama.
Él quiere que ustedes vayan. No está enojado
con ustedes».
Es absolutamente cierto que ningún ser humano
pecaminoso tenga ningún tipo de acceso al Padre,
excepto a través de la sangre de Jesús
(Hebreos 10:19-20). Él intercede por nosotros
ahora (Romanos 8:34; Hebreos 7:25). Él es nuestro
defensor ante el Padre en este momento
(1 Juan 2:1). Es nuestro sumo sacerdote ante el
trono de Dios hoy día (Hebreos 4:15-16).
Él dice: «nadie viene al Padre sino por mí»
(Juan 14:6).
Es cierto; pero Jesús nos protege de que
llevemos su intercesión demasiado lejos:
«no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
pues el Padre mismo os ama». Él está presente.
Él provee testimonio, siempre presente y siempre
vivo, de que la ira de Dios ha sido quitada de
nosotros.
Sin embargo, él no está ahí para hablar por
nosotros ni para mantenernos a una distancia del
Padre, ni para sugerir que el corazón del Padre
esté resguardado hacia nosotros o poco dispuesto
a recibirnos. De ahí sus palabras: «pues el Padre
mismo os ama».
Por tanto, acerquémonos. Acerquémonos con
confianza (Hebreos 4:16). Acerquémonos con
expectativas. Acerquémonos esperando una sonrisa.
Acerquémonos temblorosos con gozo, y no con terror.
Jesús está diciendo: «He hecho un camino a Dios.
Ahora no me voy a meter en medio del camino».
Acerquémonos.
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